Según el Diccionario de la Real Academia Española, el refrán es: «un dicho agudo y sentencioso de uso común».
La cultura argentina está llena de dichos y refranes populares que se transmiten de generación en generación, y son una forma de expresión que refleja la riqueza cultural de nuestro país. Estas expresiones son utilizadas por personas de todas las edades y clases sociales y ayudan a crear un sentido de identidad nacional.
Hoy: el origen de la expresión «Tirar manteca al techo».
Esta frase es una que seguramente hemos escuchado, dicho o leído en más de una ocasión. Se usa con frecuencia para referirse a situaciones en las que se desperdicia, se derrocha o se gasta de manera inconsciente.
Pero… ¿sabes cuál es su origen? ¡Vení que te cuento!
La expresión «tirar manteca al techo», de ADN 100% argentino y muy común en el habla cotidiana de nuestro país, se usa para describir un comportamiento de derroche o exceso, especialmente cuando alguien gasta dinero de manera ostentosa. Aunque en la actualidad se emplea en un contexto más amplio, para señalar cualquier acción exagerada o desmesurada, su origen está ligado a un momento muy específico de la historia de la aristocracia porteña.
El origen de esta frase se puede situar a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando Buenos Aires vivía un periodo de gran bonanza económica, gracias a sus exportaciones agropecuarias, que la posicionaba como uno de los países más ricos del mundo. Según Daniel Balmaceda en su obra «Historias de la Belle Époque argentina», los terratenientes argentinos manejaban una economía que hacía que en Europa se utilizara la frase «vale más que un argentino», es decir, que vale mucho (pero mucho de verdad) dinero, debido a la posibilidad que ofrecía el campo, especialmente la exportación de carne a partir de los barcos frigoríficos.
En ese contexto, la élite porteña—muchos de ellos propietarios de vastas estancias—adoptó costumbres europeas, especialmente francesas, en un afán de mostrar su éxito y distinción.
En este contexto, los jóvenes pertenecientes a la alta sociedad porteña disfrutaban de sus vacaciones en Europa y gastaban mucho dinero en los cabarets de París. Se dice que en una de esas reuniones de la alta sociedad, los jóvenes de la clase alta, queriendo exhibir de manera extravagante su riqueza, comenzaron a tirar porciones de manteca al techo del local.
Y cuenta la leyenda, que fue Martín Máximo Pablo de Álzaga Unzué, conocido como «Macoco» por sus compañeros, quien creó el juego de «embocar manteca» en el techo de los bares utilizando sus utensilios como catapultas, el cual disfrutaba junto a sus amigos. La idea era competir para ver quién podía dejar pegados más pedazos de manteca o mantenerlos pegados por más tiempo, ganando también el que lanzaba más manteca. El juego se popularizó en los bares y restaurantes de la ciudad de Buenos Aires, sobre todo en el «Cabaret L’Aiglon», un sitio de moda en París, replicado en el aristocrático barrio de Recoleta, donde la juventud adinerada se entregaba a extravagancias de todo tipo. Es importante destacar que la manteca, en esa época, era considerada un producto costoso y muy valorado, por lo que arrojarla contra el techo no solo implicaba un gesto de derroche económico, sino una ostentación de poder: se podía gastar sin control, incluso en un juego tan absurdo como este.
Y respecto al supuesto creador del juego, Macoco de Álzaga Unzué, fue incluido en el libro Guiness no solo por ganar el Gran Prix de Marsella en 1924, sino también por haber sido el argentino que gastó más dinero en su vida. «Macoco» era el símbolo de Playboy, una palabra hoy en desuso que podría ser reemplazada por socialité. Era simpático, carismático, intrépido, aventurero y ocurrente. Era un deportista experimentado que ganó el campeonato de automovilismo y un millonario, además de ser un excelente seductor, al que todos deseaban en sus celebraciones. En su obra «Tirando manteca al techo», Roberto Alifano señala que Scott Fitzgerald tomó como inspiración al millonario argentino para crear el personaje de El Gran Gatsby, inmortalizando así a Macoco.
Con el paso del tiempo, la expresión «tirar manteca al techo» trascendió su contexto original y empezó a aplicarse no solo a los actos de derroche económico de los más ricos, sino también a cualquier acción extravagante o innecesaria que denote una actitud de gasto excesivo. Hoy, la frase se usa de manera más flexible para señalar una situación en la que alguien está gastando dinero sin preocuparse por las consecuencias o cuando se llevan a cabo celebraciones y fiestas particularmente lujosas o excesivas.
A pesar de haber surgido en un contexto muy específico de la historia argentina, la expresión perdura y continúa siendo parte de nuestras conversaciones cotidianas, manteniendo viva una referencia cultural a una época de abundancia y opulencia, que, aunque lejana, forma parte del imaginario colectivo argentino.