En el panorama de las letras argentinas y latinoamericanas, Alfonsina Storni emerge como una figura luminosa y rebelde, una poeta que transformó el dolor en verso, la opresión en grito y la soledad en canción. Su obra, marcada por una sensibilidad aguda y una audacia poco común para su época, no solo enriqueció la poesía en español, sino que también sembró las primeras semillas de un feminismo literario que aún hoy resuena.
Nacida en Suiza en 1892 pero argentina por adopción y corazón, Alfonsina Storni irrumpió en un mundo literario dominado por hombres. Con una voz que combinaba delicadeza y ferocidad, desafió las convenciones sociales que buscaban relegar a la mujer al ámbito doméstico. Sus primeros poemarios, como La inquietud del rosal (1916) y El dulce daño (1918), revelan ya una mirada introspectiva y una lucha entre el deseo y la resignación. Pero fue en obras posteriores, como Ocre (1925) y Mundo de siete pozos (1934), donde su lenguaje se volvió más filosófico, más incisivo, explorando la condición femenina con una honestidad que escandalizó a algunos y liberó a muchas.
Storni no solo escribió poesía; encarnó, en su vida y obra, una resistencia frente a las estructuras patriarcales. Fue madre soltera en una época que condenaba tal condición, trabajó como maestra y periodista para sostener a su hijo, y nunca aceptó los roles que la sociedad le imponía. En ensayos como «La mujer moderna» o «Feminidad», criticó la hipocresía de un sistema que idealizaba a la mujer mientras la privaba de autonomía. Su poema «Hombre pequeñito» es un manifiesto en verso: una burla feroz a la masculinidad frágil que teme a la mujer libre.
Su muerte trágica—su suicidio en Mar del Plata en 1938—añadió un halo de leyenda a su figura, pero fue su poesía la que aseguró su inmortalidad. Artistas como Mercedes Sosa («Alfonsina y el mar», con letra de Félix Luna y música de Ariel Ramírez) y Joan Manuel Serrat («Para la libertad», incluyendo versos suyos) la convirtieron en símbolo de la mujer que se enfrenta al dolor con dignidad. «Voy a dormir», su último poema, leído como despedida, sigue estremeciendo por su serenidad y melancolía.
Hoy, Alfonsina Storni es reconocida como pionera—no solo por su calidad literaria, sino por su coraje civil. Su influencia perdura en escritoras contemporáneas que ven en ella un faro de autenticidad. En un mundo donde la equidad de género sigue siendo batalla, su voz recuerda que la poesía también es trinchera.
Como las olas que la llevaron al mar, sus versos siguen llegando a la orilla: oleadas de verdad, de lucha y de belleza. Alfonsina, la que se atrevió a nombrar lo prohibido, sigue viva en cada palabra que desafía el silencio.