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Cervantes, la muerte de un genio y el nacimiento de la literatura moderna

El 23 de abril de 1616, hace más de cuatro siglos, falleció en Madrid Miguel de Cervantes Saavedra, el hombre que, sin saberlo, cambiaría para siempre la historia de la literatura. Su vida fue tan fascinante como las páginas que escribió: soldado herido en Lepanto, cautivo en Argel, recaudador de impuestos y, finalmente, escritor perseguido por la deuda y el olvido. Sin embargo, su legado lo inmortalizó: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, una obra que no solo burló los cánones de su época, sino que sentó las bases de la novela moderna.

Una vida de aventuras y adversidades

Cervantes no fue un escritor de torre de marfil. Vivió una existencia marcada por el riesgo y la precariedad. Perdió la movilidad de su mano izquierda en la batalla de Lepanto («la más alta ocasión que vieron los siglos», según él), sobrevivió cinco años como esclavo en Argel, y pasó temporadas en la cárcel por irregularidades en su trabajo como recaudador. A diferencia de otros autores de su tiempo, no gozó del mecenazgo de nobles ni de grandes fortunas. Escribió El Quijote (1605) en la madurez, casi como un último intento por triunfar en las letras. Y, contra todo pronóstico, lo logró.

Don Quijote: el primer antihéroe moderno

Antes de Cervantes, los libros de caballerías idealizaban a sus protagonistas como paladines invencibles. Pero Alonso Quijano, el loco que se cree caballero andante, es todo lo contrario: un hombre frágil, contradictorio y profundamente humano. Su locura no es simple ridiculez, sino una crítica a la España de su tiempo, a las ilusiones rotas y a la lucha por ideales en un mundo cada vez más cínico.

Sancho Panza, su escudero, tampoco es un acompañante pasivo: es el sentido común que cuestiona los delirios de su amo, pero que, al mismo tiempo, termina contagiándose de su fantasía. Esta dinámica entre lo ideal y lo real es una de las grandes innovaciones cervantinas: ya no hay una sola verdad en la narrativa, sino múltiples perspectivas.

La literatura después de Cervantes

El Quijote rompió con todo lo anterior. Fue la primera gran obra en jugar con la metaficción (los personajes saben que son personajes), en mezclar lo cómico con lo trágico, y en mostrar que la realidad depende del cristal con que se mira. Autores como Dostoievski, Flaubert, Borges y Kundera reconocieron su deuda con Cervantes: sin él, no existiría la novela psicológica, el realismo mágico ni el juego narrativo que hoy damos por sentado.

Morir en la oscuridad, vivir en la eternidad

Irónicamente, Cervantes murió sin imaginar que su obra lo sobreviviría siglos. Fue enterrado de manera anónima, y durante mucho tiempo España no supo valorar su genio. Hoy, sin embargo, es el escritor más universal en lengua española, y El Quijote es el libro más editado después de la Biblia.

En este aniversario de su muerte, recordemos no solo al hombre, sino al símbolo: el poder de la literatura para desafiar el poder, burlar la censura y celebrar la humanidad en toda su complejidad. Porque, como escribió él mismo:

«El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.»

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