Con una obra que trascendió las fronteras del realismo y reinventó la narrativa argentina, Saer se consolidó como uno de los escritores más influyentes del siglo XX. Su legado sigue interrogando a nuevas generaciones de lectores.

Nacido en Serodino (Santa Fe) en 1937 y radicado en Francia desde 1968 hasta su muerte en 2005, Juan José Saer construyó un universo literario tan personal como inconfundible. Su narrativa —ambientada frecuentemente en una zona imaginaria del litoral argentino, cerca del río Paraná— exploró con mirada lúcida y estilo depurado los límites de la percepción, la memoria y el lenguaje.

Mientras el boom latinoamericano celebraba lo maravilloso, Saer optó por un camino distinto: sus novelas y cuentos ahondaron en la opacidad de lo cotidiano, donde lo extraordinario se filtra en detalles aparentemente menores.

Obras fundamentales

«El limonero real» (1974): Un día en la vida de un pescador del litoral, contado con una prosa hipnótica que desafía el tiempo narrativo.

«Glosa» (1986): Una caminata por Buenos Aires se convierte en reflexión sobre el lenguaje y lo incompleto de toda experiencia.

«La grande» (2005, póstuma): Epopeya de inmigrantes en Santa Fe, considerada su testamento literario.

En su obra, el río, el barro y la niebla son más que escenarios: son presencias que moldean a sus personajes.

El estilo: precisión y extrañamiento
Saer rehuía de lo anecdótico. Su prosa —influenciada por Joyce, Faulkner y la nouvelle vague francesa— combinaba frases exactas con una sintaxis que replicaba los meandros de la conciencia. «Escribir no es expresarse; es olvidar estereotipos», decía.

Fue también un agudo crítico: sus ensayos en «El concepto de ficción» (1997) cuestionaron los lugares comunes de la literatura nacional.

Hoy, autores como Selva Almada, Hernán Ronsino o Iosi Havilio reconocen su deuda con Saer. Su influencia se extiende más allá de Argentina: en Francia, donde enseñó en la Universidad de Rennes, es considerado un clásico contemporáneo.

El Premio Juan José Saer, creado en 2011, celebra a escritores que, como él, desafían los géneros. Mientras, reediciones y traducciones reafirman su vigencia.

«Saer nos dejó la lección más valiosa: que la gran literatura no se hace con respuestas, sino con preguntas obstinadas sobre lo real.»
— Ricardo Piglia

Dónde empezar a leerlo:

• «Nadie nada nunca» (1980): Novela policial sin crimen, en la que el misterio es la percepción misma.
• «El entenado» (1983): Relato de un náufrago entre los indígenas, meditación sobre la otredad.