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A 50 años de la (injusta) ejecución de Roque Dalton, el poeta revolucionario

La figura de Roque Dalton (1935-1975) permanece como una de las más luminosas y trágicas de la literatura y la lucha revolucionaria en América Latina. Poeta audaz, militante comprometido y pensador incisivo, Dalton encarnó la unión entre creación literaria y acción política, creyendo firmemente que la poesía no debía ser un mero ejercicio estético, sino un arma de transformación social. Sin embargo, su vida fue truncada de la manera más injusta y dolorosa: ejecutado por sus propios compañeros de lucha, un crimen que aún hoy mancha la historia de las organizaciones que decían combatir por la justicia.

Dalton fue un poeta extraordinario, dueño de un lenguaje que combinaba ironía, ternura, furia y lucidez. En obras como La ventana en el rostro (1961), El turno del ofendido (1962) y Los testimonios (1964), exploró las contradicciones de su tiempo, denunciando la opresión de las élites y la complicidad del imperialismo en la miseria de los pueblos latinoamericanos. Su poema Como tú se ha convertido en un himno de identificación con los oprimidos:

«Yo, como tú,
amo el amor, la vida, el dulce encanto
de las cosas, el paisaje
celeste de los días de enero…»

Pero Dalton no se conformó con escribir versos. Creía que el intelectual revolucionario debía «mojarse los pantalones», como él mismo decía, y asumir los riesgos de la lucha armada.

Miembro del Partido Comunista de El Salvador y luego fundador del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Dalton vivió en carne propia las tensiones de la izquierda latinoamericana. Su humor ácido, su crítica a los dogmatismos y su postura independiente lo enfrentaron con sectores más ortodoxos, que veían en su irreverencia una amenaza a la disciplina revolucionaria.

En mayo de 1975, tras regresar clandestinamente a El Salvador para sumarse a la guerrilla, fue acusado falsamente de ser «agente de la CIA» por sectores paranoicos dentro del ERP. Sin juicio justo, sin pruebas, fue ejecutado por orden de sus compañeros, en un acto de intolerancia y sectarismo que contradijo todo por lo que él mismo había luchado.

Pero el legado de Dalton sobrevive, a pesar de la injusticia que terminó su vida prematuramente, a pesar de la falsa acusación de traición. Su poesía no solo te conmueve, te inspira, y su compromiso con los desposeídos queda plasmado en cada verso, en cada palabra. Hoy, cuando El Salvador y América Latina enfrentan nuevos desafíos —autoritarismos disfrazados de progresismo, desigualdades renovadas—, la voz de Dalton nos recuerda que la verdadera revolución no puede construirse con traición ni con mentira.

Roque Dalton, si acaso debía morir, merecía morir luchando por los ideales que abrazó con todo su ser. Como él mismo escribió: «La poesía es como el pan, y debe ser compartida por todos, por los poetas y por los que no lo son».

Hasta la victoria siempre, con Dalton en la palabra y en el corazón.

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