Pionera del cine feminista en Argentina, María Luisa Bemberg (1922-1995) empezó a dirigir a los 58 años y convirtió la pantalla en un espacio de lucha contra los roles de género. Desde Camila hasta Yo, la peor de todas, su obra forma parte indispensable del cine argentino.
De la alta sociedad al activismo feminista
Nacida en una de las familias más influyentes de Argentina —los Bemberg, fundadores de la Cervecería Quilmes—, María Luisa rompió con los estereotipos de su clase. Después de un matrimonio convencional y un divorcio en una época en la que eso era casi un escándalo, encontró su voz en el feminismo. En 1970, cofundó la Unión Feminista Argentina (UFA), uno de los primeros grupos organizados en el país, donde tradujo textos de Simone de Beauvoir y Betty Friedan para difundir ideas revolucionarias sobre la autonomía de las mujeres.
Su entrada al cine fue tardía, pero impactante: a los 59 años estrenó Momentos (1981), sobre una mujer que desafía su matrimonio con un affaire. «Ella pagó un precio alto por llegar tarde a la dirección, pero eso la hizo más valiente», recordaba Alejandro Maci, su colaborador y director del documental El eco de mi voz.
Filmografía rebelde: Mujeres que rompieron moldes
Bemberg dirigió solo seis largometrajes, pero cada uno fue un verdadero manifiesto:
Camila (1984): Inspirada en la historia real de Camila O’Gorman, fusilada por amar a un sacerdote en el siglo XIX, fue la segunda película argentina nominada al Oscar. Filmada en plena dictadura, su estreno coincidió con el regreso de la democracia, simbolizando la lucha contra la represión.
Miss Mary (1986): Una crítica mordaz a la aristocracia argentina, con escenas que incluso mencionaban la menstruación —un tema tabú en el cine de la época—.
Yo, la peor de todas (1990): Sobre Sor Juana Inés de la Cruz, una intelectual mexicana silenciada por la Iglesia, reflejaba su propia lucha contra la misoginia cultural.
Sus protagonistas eran mujeres que se enfrentaban al Estado, la Iglesia o la familia, siempre desde una mirada que mezclaba lo político con lo poético. «No quería hacer películas solo para mujeres, sino sobre mujeres complejas», solía decir.
Más allá del Oscar
Bemberg no solo dejó películas; cambió las reglas del juego:
– Producción con perspectiva de género: En 1980, junto a Lita Stantic, creó GEA Cinematográfica, una productora donde las mujeres ocupaban roles técnicos que antes eran solo para hombres.
– Inspiración para nuevas generaciones: directoras como Lucrecia Martel o Lucía Puenzo reconocen que ella las inspiró. «Demostró que el cine podía ser una herramienta feminista», afirma Puenzo.
El documental El eco de mi voz (2021) revela grabaciones inéditas donde anticipaba debates actuales: «La opresión sigue, pero ahora las mujeres sabemos nombrarla».
¿Y hoy? La figura de Bemberg sigue siendo un referente. A 30 años de su muerte, su legado se revive en libros como El asombro y la audacia (2023), que analiza su obra desde teorías de género, y en exposiciones como Las ideas hay que vivirlas (Museo del Cine, 2022), donde se mostraron sus vestuarios y guiones.
Como ella misma escribió en sus memorias: «Filmé para que las mujeres sepan que pueden crear, no solo procrear». «Hoy, cuando la batalla por la igualdad sigue viva, el cine de Bemberg permanece fiel a su esencia: imparable y necesario, como ella siempre quiso.