En este momento estás viendo A  Octavio Paz, en su 111° cumpleaños

A Octavio Paz, en su 111° cumpleaños

Poeta, ensayista y polemista, Paz fue un artista total cuya obra —tan vasta como un paisaje de volcanes— sigue interrogándonos sobre el amor, la libertad y el laberinto de la identidad.

Un poeta entre dos mundos
Paz perteneció a esa estirpe rara de escritores capaces de navegar con igual maestría entre el verso y la reflexión. En poemas como Piedra de sol (1957), tejía mitos prehispánicos con el surrealismo, creando una voz única donde lo sagrado y lo erótico se fundían. Su poesía no era evasionista: era un acto de resistencia contra el silencio impuesto por los totalitarismos del siglo XX.

El ensayo como revelación
Si El laberinto de la soledad (1950) sigue siendo lectura obligada, no es solo por su análisis del «ser mexicano», sino porque Paz supo diagnosticar las neurosis colectivas de toda una región. Allí donde otros veían estereotipos, él descubría heridas abiertas: la máscara del machismo, el culto a la muerte, la relación ambivalente con Estados Unidos. Su mirada —influida por el psicoanálisis y la antropología— anticipó debates actuales sobre colonialismo cultural e hibridación.

Polemista incómodo
Paz nunca rehuyó la controversia. Su crítica al stalinismo (en El ogro filantrópico) le granjeó enemistades en la izquierda latinoamericana, igual que su defensa de la democracia liberal durante los años del autoritarismo priista. Hoy, cuando las ideologías vuelven a polarizar el discurso público, su llamado al «diálogo crítico» —ni dogmatismos ni relativismos— resuena con urgencia.

Vigencia en la era digital
¿Qué diría Paz de nuestro tiempo? Probablemente alertaría sobre la «cultura del espectáculo» que vacía el lenguaje (él denunció esto en La otra voz). Pero también celebraría cómo las redes, usadas con lucidez, pueden ser herramientas de conexión poética. Después de todo, su obra misma fue un puente entre tradiciones: la poesía japonesa y el barroco novohispano, el budismo zen y el marxismo heterodoxo.

Leer a Paz hoy es encontrar claves para descifrar un mundo fragmentado. Frente al ruido de las fake news, su exigencia de rigor intelectual; frente al narcisismo de las redes, su celebración del amor como «revelación del otro». Como escribió en Árbol adentro: «Las palabras que digo / son el silencio que oigo». En esa paradoja late su legado: una voz que, al nombrar el misterio, nos hace más libres.

Deja una respuesta