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La UBA distingue a Martín Caparrós con el Doctorado Honoris Causa

La Universidad de Buenos Aires otorgó su máxima distinción académica al escritor y periodista Martín Caparrós, reconociendo una trayectoria excepcional en el campo de las letras. El doctorado honoris causa fue entregado en un acto presidido por el rector Ricardo Gelpi, junto al decano de Filosofía y Letras Ricardo Manetti y la vicedecana Graciela Morgade, con la participación especial del escritor Daniel Guebel.

Caparrós, autor de una vasta obra traducida a múltiples idiomas, cuenta con más de cuarenta publicaciones que abarcan novela, crónica y ensayo. Entre sus trabajos fundamentales destacan La Voluntad (1997) y La Historia (1999), monumentales ejercicios de reconstrucción histórica; El interior (2005), penetrante radiografía de la Argentina profunda; y Los Living (2011), galardonada con el Premio Herralde de Novela.

Su impacto trasciende fronteras con obras como El Hambre (2014), investigación global sobre la inseguridad alimentaria, y Ñamérica (2023), distinguida con el Prix Roger Caillois al mejor libro latinoamericano. Su producción más reciente, Antes que nada (2024), confirma la vigencia de su voz literaria.

La ceremonia subrayó el aporte de Caparrós a la cultura hispanoamericana, consolidando su perfil como intelectual comprometido cuya obra fusiona rigor documental, innovación narrativa y mirada crítica sobre la realidad contemporánea.

Durante su intervención, Caparrós contó su relación «personal» con la UBA y recordó que comenzó «el 5 de diciembre de 1968, a eso de las 9 de la mañana, cuando crucé las puertas monumentales del Colegio Nacional para probar suerte en su examen de ingreso».

“Yo encontré mi nombre en la Universidad de Buenos Aires”, expresó. “Durante toda mi infancia y adolescencia me llamaban Mopi, o en la escuela simplemente Caparrós. Pero en 1974, cuando entré a la Facultad de Filosofía y Letras con el curioso propósito de estudiar Historia, no podía seguir presentándome como Mopi. Mi primer nombre, Antonio, ya estaba tomado: mi padre, Antonio Caparrós, había recuperado su cátedra y era bastante conocido en la facultad. No quería pasarme la vida aclarando que no era él, así que decidí recurrir a mi segundo nombre, Martín”.

Luego de empezar su discurso con este recuerdo, analizó el presente del país y reconoció que «es difícil medir un pequeño éxito personal en una sociedad tan arruinada». En ese sentido, cuestionó: “¿Qué son unos pocos libros, algún texto disperso acá y allá, en un país que, entre otras cosas, cada vez lee menos y peor? Pero, pese a todo, nos quedan cosas”.

“Nos queda, entre otras, esta Universidad”, destacó. “En medio del desastre, la UBA no ha caído. Hace poco más de 50 años, cuando ingresé, estaba intervenida por un gobierno militar y tenía unos 100.000 estudiantes. Hoy, con muchos problemas y bajo fuego, se gobierna a sí misma y cuenta con alrededor de 300.000”.

El escritor remarcó que la UBA sigue siendo «pese a todos los esfuerzos del régimen de odio, la única universidad latinoamericana entre las 100 mejores del mundo» y sigue siendo «más que nada, una institución pública y gratuita». En esa línea, continuó: “Sigue siendo un espacio de producción y reproducción de saberes de todo tipo, pero sobre todo, sigue siendo un recordatorio de lo que intentamos ser y quizás alguna vez seremos”, concluyó.

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