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Las autoras invisibles del Boom Latinoamericano: una deuda histórica

El Boom Latinoamericano se celebra como la gran revolución literaria del siglo XX, con nombres como García Márquez, Vargas Llosa y Cortázar convertidos en figuras míticas. Sin embargo, hubo mujeres que, con obras igualmente poderosas, quedaron fuera del relato oficial. Elena Garro, Marta Lynch, Luisa Valenzuela y otras no solo compartieron el espíritu innovador de la época, sino que llevaron la narrativa a terrenos que sus colegas varones apenas exploraron. Su ausencia en el canon no fue casual: fue el resultado de un entramado de machismo editorial, críticas condescendientes y una industria literaria que privilegió lo masculino como sinónimo de universal.

Voces silenciadas en la época del boom
Elena Garro, autora mexicana de Los recuerdos del porvenir (1963), escribió una de las primeras novelas en mezclar realismo mágico con denuncia política, anticipándose incluso a Cien años de soledad. Sin embargo, su figura quedó opacada por su matrimonio con Octavio Paz y por una crítica literaria que la tildó de «difícil» o «excéntrica». Mientras los autores varones del Boom se reunían en cafés de París y Barcelona, a Garro la llamaban «la loca» y minimizaban su obra como «literatura de mujeres». Su prosa, llena de fantasía y crítica social, merecía el mismo reconocimiento que la de Rulfo o Fuentes, pero el establishment literario prefirió ignorarla.

En Argentina, Marta Lynch fue una de las escritoras más leídas de los años 60, con novelas como La alfombra roja e Informe bajo llave, donde exploraba la psicología femenina y la violencia política con una crudeza que incomodaba a la crítica. Mientras Cortázar jugaba con lo fantástico y Borges con los laberintos, Lynch retrataba la opresión de las mujeres en una sociedad patriarcal. Sin embargo, su éxito comercial no impidió que la encasillaran en el «costumbrismo femenino», como si su literatura fuera un subgénero menor. Su trágico suicidio en 1985, en medio del desprecio intelectual hacia su obra, selló su destino como una autora relegada.

Otras escritoras, como Luisa Valenzuela y Rosario Castellanos, también enfrentaron el mismo desdén. Valenzuela, con novelas como Cola de lagartija, abordó la dictadura argentina con una ironía y audacia que muchos de sus contemporáneos varones evitaron. Castellanos, por su parte, fue una de las voces más lúcidas de la literatura mexicana, pero su obra quedó en segundo plano frente a la de Paz o Rulfo. Incluso Clarice Lispector, aunque brasileña y no siempre asociada directamente al Boom, sufrió el mismo destino: su prosa vanguardista fue considerada «demasiado rara» para una mujer.

El machismo que las condenó al olvido
El Boom fue, en muchos sentidos, un club de hombres. Las editoriales, los suplementos culturales y hasta las fotografías de los congresos literarios reproducían una jerarquía de género que dejaba a las mujeres en los márgenes. Los autores varones se promocionaban entre sí: Vargas Llosa prologaba a García Márquez, Fuentes organizaba encuentros y todos aparecían en las mismas revistas. Las escritoras, en cambio, quedaban fuera de esas redes de influencia.

La crítica literaria de la época también fue cómplice. Mientras a los autores varones se los juzgaba por su obra, a las mujeres se las evaluaba por su vida privada. A Garro la llamaban «la esposa resentida de Paz»; a Lynch, «la dama del jet-set porteño». Sus textos eran leídos con condescendencia, como si explorar la intimidad femenina o la opresión doméstica fuera menos valioso que las grandes alegorías políticas de los autores del Boom.

Reivindicarlas hoy: Un acto de justicia literaria
Afortunadamente, en los últimos años ha crecido el interés por rescatar a estas autoras. Editoriales como el FCE y Beatriz Viterbo han reeditado obras clave de Garro y Lynch, y cada vez más académicos las estudian en universidades. Pero aún falta mucho: sus libros deberían estar en las mismas listas de lectura que Rayuela o La ciudad y los perros, y sus nombres deberían ser tan conocidos como los de sus colegas varones.

Leer hoy a estas escritoras no es solo un acto de justicia histórica, sino una forma de descubrir un Boom Latinoamericano más rico y diverso. Sus obras nos recuerdan que la gran literatura no tiene género, y que el verdadero canon debe construirse sin exclusiones. El Boom no fue solo cosa de hombres: fue también de mujeres brillantes que, pese al silencio, dejaron una huella imborrable.

Para seguir leyendo:

Las escritoras del Boom: el otro lado del mito (Diana Morán, 2021).

Documental Elena Garro: Memoria y Olvido (México, 2018).

Las olvidadas del Boom (Antología, Editorial Huso, 2022).

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