Entre el clasicismo y la vanguardia, Marechal construyó una obra monumental que reconcilió lo sagrado con lo popular, dejando como legado una de las novelas fundacionales de la literatura latinoamericana: «Adán Buenosayres».
Poeta, novelista, dramaturgo y docente, Leopoldo Marechal (1900-1970) fue una figura central de la literatura argentina del siglo XX, aunque su reconocimiento llegó tardíamente. Nacido en Buenos Aires y formado en la tradición clásica (Homero, Dante), su obra fusionó el barroco español, el criollismo y las corrientes vanguardistas de los años 20, como el grupo Martín Fierro, donde convivió con Borges y Girondo.
«Adán Buenosayres»: Una odisea porteña
Publicada en 1948, su novela cumbre —comparada con el Ulises de Joyce y la Divina Comedia— sigue siendo un hito:
Estructura épica: Siete libros que narran el peregrinaje de Adán (alter ego del autor) por una Buenos Aires mítica, entre lo real y lo metafísico.
Lenguaje total: Mezcla de lunfardo, neologismos, citas cultas y reflexiones teológicas.
Polémica inicial: La crítica de la época la tachó de «inaudible», pero hoy es considerada piedra angular del canon argentino.
«Es la primera vez que un escritor le da a Buenos Aires la dimensión de un destino universal»
― Julio Cortázar
Sus versos, menos leídos que su prosa, son igualmente poderosos:
«Odas para el hombre y la mujer» (1929): Fusión de lo corporal y lo espiritual.
«Heptamerón» (1966): Poemas que exploran la creación del mundo desde una óptica metafísica.
Marechal pagó caro su adhesión al peronismo: durante años fue excluido del círculo intelectual porteño. Sin embargo, tras su muerte, autores como Ricardo Piglia (quien rescató su influencia en «Respiración artificial»), César Aira (que lo llamó «el Dante criollo») y Alan Pauls (que destacó su modernidad radical) lo reivindicaron.
Hoy, su obra inspira a nuevas generaciones, desde la relectura de Fabián Casas hasta las adaptaciones teatrales de «Megafón, o la guerra» (1970), su novela más política.
«Marechal nos enseñó que la gran literatura puede ser a la vez local y cósmica, terrenal y divina».
― Tamara Kamenszain