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66 años sin Raúl Scalabrini Ortiz, el gran defensor de la soberanía argentina

Raúl Scalabrini Ortiz (1898–1959) fue uno de los intelectuales más lúcidos y comprometidos de la Argentina del siglo XX. Su obra, marcada por un profundo análisis histórico, económico y filosófico, sentó las bases del pensamiento nacional y antiimperialista, cuestionando las estructuras de dominación extranjera y reivindicando la soberanía política y cultural del país.

De la literatura al compromiso político
Inicialmente vinculado al círculo literario de Martín Fierro y al grupo de Florida, Scalabrini Ortiz evolucionó desde una postura esteticista hacia un pensamiento profundamente arraigado en la realidad argentina. Su ruptura con el liberalismo oligárquico lo llevó a investigar las causas del subdesarrollo nacional, concluyendo que el principal obstáculo para la emancipación del país era el dominio económico extranjero, especialmente británico.

Su obra cumbre, Política británica en el Río de la Plata (1936), expuso cómo Gran Bretaña manipuló la economía argentina mediante el control ferroviario, el comercio exterior y la deuda pública. Scalabrini demostró que la dependencia no era un destino inevitable, sino el resultado de una estructura de saqueo orquestada por potencias extranjeras con la complicidad de las élites locales.

Junto a Arturo Jauretche y otros pensadores de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), Scalabrini Ortiz impulsó una revisión crítica de la historia oficial, denunciando el mito del «progreso» liberal como una fachada del sometimiento económico. Sus escritos en el periódico Reconquista y más tarde en El Líder fueron faros de un pensamiento emancipador que influyó en el peronismo y en posteriores movimientos nacionales.

Scalabrini Ortiz no fue solo un economista o un historiador: fue un filósofo de la liberación que entendió que la verdadera independencia requería una lucha cultural. Su crítica al colonialismo mental («el imperio invisible») sigue vigente en un mundo donde nuevas formas de dependencia económica y cultural someten a los pueblos.

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