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Quién está detrás del olvido de la obra de Manuel Mujica Lainez

El escritor argentino más excéntrico e irreverente del siglo veinte falleció en su casona “El Paraíso”, ubicado en plena sierras cordobesas, a tres kilómetros de La Cumbre el 21 de abril de 1984, a los 73 años de edad.

No soportó un edema pulmonar, y sus restos se hallan en el cementerio de la localidad de Los Cocos, junto a los del dramaturgo Agustín Cuzzani y a los de la primera médica argentina Cecilia Griebson.

 

Manuel Mujica Láinez, “Manucho” dejó inconclusa una novela, Los libres del sur, en la que se encontraba trabajando al momento de su deceso, pero aún no se sabe quién está detrás de sus obras, que pesar del significado que tienen para la literatura argentina y del continente sudamericano se las ve muy poco en las vidrieras de las grandes librerías.

 

La vida de “Manucho” coincide con sus novelas repletas de sarcasmos, irreverencias y roturas de etiquetas. Sus orígenes aristocráticos y emparentado con las familias patricias y fundadoras del país que lo vio nacer, —fue hijo de Manuel Mujica Farías (1870-1939) y Lucía Láinez Varela (1883-1975)— .Su madre que dominaba el idioma francés, y escribía obras de teatro lo introdujo al mundo literario a los seis años. escribiendo una obra de teatro. Su padre, una especie de solterón podría haber sido su abuelo adinerado, un «clubman», tenía cuarenta años más que su madre.?

 

Su abuelo paterno era Eleuterio Santos Mujica y Covarrubias —un descendiente de Juan de Garay, quien fuera gobernador de Nueva Andalucía del Río de la Plata desde 1578 hasta 1583 y fundador de las ciudades de Santa Fe en 1573 y Buenos Aires en 1580— que le inculcó el amor a la tierra natal.

 

El abuelo materno era Bernabé Láinez Cané, quien le transmitió el gusto por la literatura. La abuela materna era Justa Varela, una sobrina de Juan Cruz y Florencio Varela.?

 

De niño, sus familiares le narraban anécdotas reales de la historia argentina. Así el pequeño escritor tuvo influencias que las recordó toda su vida; por ejemplo, con Ana María Láinez adquirió conocimientos orientales, creencias de Asia.

 

En 1923 su familia se trasladó a Europa, una costumbre habitual de la clase alta argentina de la época del centenario del país. Vivieron en París, donde estudió en la École Descartes, y posteriormente en Londres, donde continuó su formación con un tutor que quedó grabado en él como Mr. White.

 

Regresó a Argentina en 1928 donde terminó sus estudios en el Colegio Nacional de San Isidro.

 

En 1932, accedió como redactor al diario La Nación, en la sección sociedad, luego sería crítico de arte y cronista de viajes.

 

En 1936 se casó con Ana de Alvear Ortiz Basualdo, también de familia aristocrática, con quien tendría tres hijos. Ese mismo año publicó su primer libro, Glosas castellanas, una serie de ensayos centrados en su mayor parte en el Quijote.

 

En 1939 publicó su primera novela, Don Galaz de Buenos Aires, luego publicaría la vida de su antepasado Miguel Cané, y en (1942) de los poetas gauchescos Hilario Ascasubi (Vida de Aniceto el Gallo, 1943) y Estanislao del Campo (Vida de Anastasio el Pollo, 1947).

 

Figura polémica

 

Manuel Mujica Láinez protagonizó innumerables polémicas con su obra literaria y también por su estilo de vida. A él se asocian escritores como Hermes Villordo, Oscar Monasterolo entre otros, todos de exquisita pluma. Las polémicas más notorias surgieron de cómo se presentaba ante la sociedad argentina y sus tradiciones. Su novela Bomarzo, por ejemplo, fue objeto de controversia debido al audaz tratamiento de temas como la homosexualidad y el paganismo en una época donde estos asuntos eran tabú.

 

La publicación de la novela coincidió con un periodo de conservadurismo en Argentina, lo que llevó a debates y discusiones en diversos ámbitos culturales y sociales.

 

Su excentricismo, su abierta homosexualidad, su ostentoso estilo de vida —viviendo en una mansión que muchos consideraban un símbolo de decadencia aristocrática— también fueron controversiales.

 

Estos aspectos de su vida personal a menudo eclipsaban la recepción de su obra generando debates que iban más allá de lo literario.

 

Otras grandes polémicas surgieron de cómo trataba en sus obras la historia y la cultura argentina desde una perspectiva crítica que no siempre coincidía con la visión oficial o popular.

 

Mujica Láinez se transformó con los años en un escritor para lectores de culto y es celebrado por su contribución única a la literatura argentina, demostrando una capacidad excepcional para combinar lo histórico con lo fantástico y abordar asombrosamente la identidad humana.

 

Un novelista en el museo del Prado

 

Es una de las novelas más representativas de lo que fue la génesis de la escritura de Mujica Láinez. ¿Crónica periodística, o novelista de redacción, o humorista gráfico? “Un novelista en el museo del Prado” es un conjunto de doce relatos inspirados en personajes y obras del madrileño museo del Prado.

 

Los personajes de Goya, Velázquez, El Bosco, Tiziano, El Greco, cobran vida y protagonizan escenas irónicas o de tono humorístico.

 

Para leer esta novela hay un requisito que se debe cumplimentar. Ve, o volver a ver las obras que se exhiben en el Prado.

El autor cuenta en la novela que durante el día los personajes de los óleos permanecen inmóviles, dentro de sus marcos o encima de sus pedestales, pero esa tranquilidad desaparece cuando llega el anochecer.

Los personajes de las pinturas empiezan a moverse ocurriendo grandes momentos, escenas que pueden llegar a ser cómicas como puede ser el concurso de elegancia que organizan los personajes pintados de los cuadros.

En otra escena, el autor afirma que los animales que más abundan en el museo madrileño son los perros y los caballos por lo que algunas damas amigas importantes del Prado deciden organizar un jardín zoológico y empezaron a buscar especies de todo tipo por los cuadros. El zoo tiene tanto éxito que las damas se plantean cobrar entrada para la siguiente noche.

 

Partió desde el Paraíso

 

El escritor se jubiló en 1969, vendió su casa del barrio de Belgrano en la ciudad de Buenos Aires donde vivía desde 1936, y se trasladó a Córdoba para cambiar de aire. Se instaló a pocos kilómetros de la ciudad de La Cumbre, en un paraje denominado Cruz Chica, en una casona de estilo colonial llamada “El Paraíso”, diseñada por León Dourge y edificada en 1922. Ahí escribió la novela Cecil, que se publicó en 1972, El viaje de los siete demonios, Sergio, Los cisnes, El Gran Teatro, El escarabajo y Un novelista en el Museo del Prado.

 

Murió el 21 de abril, de 1984, a los 73 años. Nunca dejó de escribir. Partió desde su Paraíso y hoy sus huellas se notan en ese paraje serrano, donde su casona se transformó en un museo.

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