¿Hubo amor entre la esposa de Octavio Paz y el escritor argentino Adolfo Bioy y Casares o, solo fue una relación intensa por correspondencia que terminó en un romance trepidante y violento?
Elena dijo que fue una respuesta a su esposo por “enemigo y opresor”.
La mexicana Elena Garro y el argentino Adolfo Bioy Casares se vieron dos veces más después del encuentro furioso que tuvieron en México. En 1951 en París, y en 1956, en Nueva York.
Helena Paz Garro supo por las palabras de su madre las claves de la historia de amor y en cierto modo también la vivió. En sus ‘Memorias’ (Océano, 2003) revela que su madre se quedó embarazada de Bioy y que la situación provocó el enojo de su padre, Octavio Paz, que habría obligado a abortar a su esposa.
Según Helena, Paz le dijo a su madre: «Ese niño legalmente es mío. Cuando nazca se lo voy a mandar a mi madre. Y si tú te vas con Bioy, no vuelves a ver a Helena, pues el diplomático y el que tiene el poder soy yo. La embajada me apoyará, ¡pobre estúpida!». A pesar de este contratiempo, los amantes siguieron escribiéndose. Algunas de las cartas de Bioy son impresionantes. Una de ellas se ha convertido en la más famosas: «Tú sabes que hay muchas cosas que no hicimos y que nos gustaría hacer juntos. Además, recuerda lo bien que nos entendemos cuando estamos juntos… recuerda cómo nos hemos divertido, cómo nos queremos. (…) Me gustaría ser más inteligente o más certero, escribirte cartas maravillosas. Debo resignarme a conjugar el verbo amar, a repetir por milésima vez que nunca quise a nadie como te quiero a ti, que te admiro, que te respeto, que me gustas, que me diviertes, que me emocionas, que te adoro. Que el mundo sin ti, que ahora me toca, me deprime y que sería muy desdichado de no encontrarnos en el futuro. Te beso, mi amor, te pido perdón por mis necedades».
Bioy alternaba las cartas literarias con las del amante angustiado y halagador; le dice: «Tengo tanta necesidad de ti que si no toleras estos monólogos voy a morir de angustia».
En 1952 le escribió a Elena que estaba con Paz en Japón en estos términos: «Recaigo en la monotonía y en mi amor y te cuento que eres mágica, o que eres la única diosa que he conocido».
Se secó el amor
La relación se cortó tras la matanza de Tlateloco de 1968, y fue por motivos relacionados al cuidado de los gatos de Elena.
Durante un viaje, Garro le pidió a Bioy que le cuidase los gatos porque tenía que irse de México. Se los mandó por avión a Buenos Aires en una caja. Bioy los tuvo algunos días en su casa y luego los llevó a una quinta.
Elena se lo reprochó y experimentó una reacción inesperada: «Se me secó el amor», le confesó.
Más tarde, también diría: «Fue un gran amor y creo que fui el amor de su vida». y, a su relación con el escritor argentino, la definió: «Adolfo fue la más feliz aventura de la creación».