Por José Mª Cotarelo Asturias
Fotografías: Andrés Castillo
El tercer día del Festival Internacional de Tango de Granada desplegó una amalgama de talento y emociones que resonarán en la memoria de los asistentes durante mucho tiempo. La noche comenzó con la cautivadora presentación de Federico Pecchia, un virtuoso que no solo domina la guitarra, sino que también envuelve al público con su voz melódica y emotiva.
Desde los primeros acordes de su guitarra, Federico Pecchia transportó al público a un viaje nostálgico a través de los rincones más profundos del tango. Con una voz que lleva consigo la pasión y la melancolía características del género, Pecchia conquistó los corazones de los presentes, quienes se dejaron llevar por la intensidad de sus interpretaciones.
La velada continuó con la presentación de «Pa’l Puchero Tango», una formación liderada por Mauricio Vuoto, encargado del piano, los arreglos y la dirección. Gisele Góngora, con su voz envolvente, se unió a la destreza de Luis Caruana en el bandoneón, Benjamin Groisman en el contrabajo, e Iván Polaceki en la caja y bombo de murga. La combinación de estos talentosos músicos creó una experiencia sonora única que resonó en el auditorio.
La danza también tuvo su espacio destacado con la participación de Teresa Yoldi y Fernando Nahmijas, cuyos movimientos armoniosos y llenos de pasión hipnotizaron a la audiencia. Paulina Mejía y Alexander Sossa, otra pareja de bailarines, agregaron una dimensión adicional a la presentación con su destreza y expresividad sobre el escenario.
La fusión de la música y la danza alcanzó su punto álgido cuando todos los elementos se integraron en una sincronía perfecta. La química entre los músicos, cantantes y bailarines creó una experiencia sensorial que transportó al público directamente al corazón del tango, con cada nota y cada paso contando una historia única.
El tercer día del Festival Internacional de Tango de Granada dejó una huella imborrable en los amantes del género, quienes fueron testigos de una noche mágica donde la música y la danza convergieron en una celebración apasionada del tango.
