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Simone de Beauvoir: una luchadora imborrable por la libertad de las mujeres

Por Clara Gagliano, editora CORPENS

A lo largo del siglo XX, pocas figuras han dejado una huella tan profunda en la literatura, la filosofía y la cultura como Simone de Beauvoir. Filósofa, escritora y pionera del feminismo moderno, su obra no solo transformó la literatura, sino que cimentó las bases teóricas de la lucha por la igualdad de género. A más de siete décadas de la publicación de El segundo sexo (1949), su legado sigue vivo en quienes defienden que «no se nace mujer, se llega a serlo», una idea revolucionaria que desmontó el determinismo biológico y expuso la opresión social como raíz de la desigualdad.

Simone no escribió para entretener, sino para interpelar. En obras como La invitada (1943) y Los mandarines (1954, ganadora del Premio Goncourt), exploró la libertad, la ética existencialista y las relaciones de poder, siempre con una prosa incisiva y personajes complejos. Sus textos literarios, aunque a veces opacados por su filosofía, son puentes entre la ficción y el pensamiento crítico, donde las mujeres dejan de ser meras musas para convertirse en protagonistas de sus propias contradicciones.

El segundo sexo: El libro que cambió todo
Este ensayo monumental —censurado y hasta prohibido en algunos países— fue el primero en analizar a la mujer como producto histórico de una sociedad patriarcal. Con rigor académico y ejemplos cotidianos, de Beauvoir demostró que los roles de género son construcciones culturales, no destinos inevitables. Conceptos como «la mujer como Otro» (siempre definida en relación al hombre) o la crítica al matrimonio como institución opresiva resonaron en generaciones de feministas, desde Betty Friedan hasta Judith Butler.

De Beauvoir no se limitó a escribir: firmó manifiestos por el derecho al aborto en Francia (1971), denunció la tortura en Argelia y apoyó movimientos sociales junto a Jean-Paul Sartre. Su relación abierta con el filósofo —sin matrimonio ni sumisión— fue en sí misma un acto político que desafió las normas de su época.

Hoy, su pensamiento sigue vigente en la literatura (autoras como Virginie Despentes o Chimamanda Ngozi Adichie retoman su crítica a los estereotipos), en lo jurídico (su obra influyó en leyes sobre igualdad salarial y derechos reproductivos) y, por último, pero no por eso menos importante, en lo cotidiano: la obra de De Beauvoir continúa encendiendo la chispa de la rebeldía en millones de mujeres.

Simone de Beauvoir enseñó que la libertad no es un regalo, sino una conquista. En un mundo donde aún se debate el derecho al propio cuerpo, donde la brecha salarial persiste y donde la palabra «feminismo» sigue siendo tergiversada, su voz es un recordatorio incómodo y necesario. Como ella misma dijo: «Basta una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen». Por eso, leerla hoy no es un ejercicio de nostalgia, sino un acto de resistencia.

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