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La web www.frailemuerto-malasaña.com.ar combina artes plásticas con textos propios del creador del sitio.

Fraile Muerto-Malasaña, galería de artes y artimañas

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En un mundo donde las fronteras entre las disciplinas creativas se conjugan cada vez más, el sitio web Fraile Muerto-Malasaña (www.frailemuerto-malasaña.com.ar) emerge como un espacio único que celebra la confluencia entre las artes visuales y la narrativa. Creado a mediados de 2024 por el escritor y académico cordobés Ricardo Irastorza, este proyecto virtual se ha convertido en un punto de encuentro para los amantes del arte y la palabra.

Ricardo Irastorza, creador del sitio Fraile Muerto-Malasaña.

Con una vasta trayectoria que abarca la investigación científica, la literatura y el periodismo, Irastorza vuelca en este sitio su pasión por la pintura y los relatos, ofreciendo una galería digital donde las obras dialogan con textos propios. Más que una simple colección, Fraile Muerto-Malasaña es una ventana a las inquietudes y vivencias de su creador, quien tras recorrer diversos caminos, encuentra en este proyecto un reflejo de algunos aspectos de su vida y de su insaciable curiosidad creativa.

 

¿Cómo nació tu interés por la escritura y las artes plásticas?

 

Como supongo que le ha sucedido a gran parte de quienes escriben, mi interés por la escritura devino de la pasión por la lectura, inducida por mi madre y su hermana. Empecé con los clásicos juveniles: Robinson Crusoe, Los viajes de Gulliver, La isla del tesoro; devoré cuanto conseguí de Salgari, Julio Verne, Jack London, Mark Twain… Luego me hice socio de la biblioteca de Bell Ville y leí de todo: libros que me apasionaron, otros que me desconcertaron y algunos de los que no entendí absolutamente nada, lo que demuestra que a edad temprana no está de más tener un asesor, aunque sea para no hacerle caso. Ya mayor me hice más selectivo con las lecturas, y fui descubriendo autores a los que seguí y otros que deseché.

En la secundaria empecé a pergeñar algunos poemas, equivocado como tantos adolescentes que creen que la poesía es lo más fácil. Luego me dediqué a la música y recién volví a la escritura cuando ya llegaba a la treintena. Pero no a la ficción: comencé a trabajar en investigación, por lo que pasé un tiempo redactando informes, y luego estuve un tiempo en un diario haciendo periodismo, para volver años después a la prosa científica, como editor de una revista científica y profesor del tema. En medio de eso una oportuna hepatitis me tuvo un par de meses en cama y el hastío me llevó a escribir algunos cuentos, aunque fue un momento difícil lo que me indujo a hacer un libro y publicarlo, y puedo decir que tras eso me hice adicto a la escritura, sin distinción de géneros.

Mis primeros contactos con las artes plásticas los tuve en la adolescencia, pero siempre como un espectador, no más que eso; sin embargo, lo visual ya me interesaba y durante muchos años hice fotografía, en las épocas en que uno instalaba el laboratorio en el baño de la casa. El gusto por la pintura lo desarrollé en España, donde visité muchos museos y comencé a aprender algo y a delimitar mis preferencias.

A gran parte de mis pintores favoritos llegué por haber visto al menos un cuadro en directo, pero el advenimiento de Internet, que permitió disponer de la obra entera o casi entera de artistas de todas las épocas y lugares, me introdujo en el conocimiento de autores y escuelas que ni siquiera sabía de su existencia. Aun hoy sigo sorprendiéndome con algunos descubrimientos.

 

¿Cómo surgió la idea de crear el sitio web Fraile Muerto-Malasaña y qué buscás transmitir a través de él?

Para la pandemia escribí una novela, que me ayudó a sobrellevar el encierro, aunque cuando tiempo después la releí no me gustó. Allí había un capítulo que giraba en torno a “Nighthawks”, el cuadro de Edward Hopper, tal vez el más conocido de él. Se me ocurrió un breve texto sobre esa obra, y a poco de terminarlo, en una sala de espera vi en una revista una nota sobre este autor, con algunas reproducciones, entre ellas “Gas”, que me había fascinado cuando la conocí hace muchos años en el MoMA de Nueva York , y comencé a escribir algo al respecto. Al mismo tiempo encontré un cuadro muy interesante de Enrique Sobisch, un pintor mendocino del siglo pasado, muerto en Madrid, de quien solo había visto algunos dibujos y en el acto se me cruzó un relato breve. Fueron demasiadas coincidencias. Allí comprendí que había obras que me gustaban mucho y textos que éstas me generaban, que podía y debía compartir. Entonces me surgió la idea de la galería, que lleva el nombre de dos lugares significativos en mi vida: Fraile Muerto es el antiguo nombre de Bell Ville (el cambio fue un capricho de Sarmiento, yo prefiero el viejo) y Malasaña es un barrio de Madrid que me retrotrae a una buena época de mi vida. La llevo adelante con gusto y esfuerzo, y me satisface. Tengo lista una novela corta que espero publicar en el otoño de 2025, pero un libro de cuentos en preparación ha quedado parado hasta nuevo aviso porque la galería me atrapa más. Dejo sin respuesta lo de qué busco transmitir, porque lo que realmente vale es qué le llega al receptor, tanto en lo visual como en los textos.

 

¿Qué criterios utilizás para elegir los cuadros y cómo decidís qué historia o poema acompañará a cada obra?

 

Fraile Muerto-Malasaña, galería de artes y artimañas, es el resultado de un año de trabajo. Día tras día, desde la mañana (tarde, celebro ser un jubilado que no tengo que madrugar) hasta altas horas de la noche, buceando en la web. Museos, galerías, colecciones, casas de subastas, páginas serias, otras no tanto… por cada una que visito aparecen dos o tres nuevas. La lista parece inagotable. Me estoy refiriendo esencialmente a fuentes europeas y de Estados Unidos. He visto algo de Australia, pero desconozco todo lo que pudiera haber en Asia y África. En la Argentina las colecciones disponibles en la web son muy pocas, y gran parte de ellas ofrecen imágenes de baja calidad. La elección de los cuadros empieza por cuánto me impresionan. Si visualmente alguno me atrapa, lo registro y luego vuelvo a verlo detenidamente, y allí puede suceder que me genere alguna idea, de la que tomo apuntes, o no y entonces queda para otra revisión. Incluso esa idea puede desarrollarse, cambiar o desaparecer. Lo que va como texto final –cuento, crónica, poema…– por lo común es una derivación de la idea original, pero en ocasiones esta toma un camino inesperado y el resultado es algo muy distante.

 

 

¿Tienen algún significado especial las temáticas elegidas para las salas?

 

Lo primero que se me ocurre es responder que no, pero cuando leo sus nombres tengo que rectificarme y decir rotundamente que sí.

Debo aclarar que en esta galería las salas se generan porque hay varios cuadros sobre un tema o que responden al texto originalmente escrito para uno solo, e incluso en algunos casos la cantidad es tal que aun haciendo una rigurosa selección quedan varios cuadros para exhibir, por lo que apelo a ir agregándolos por etapas.

Pero respondo a la pregunta, sala por sala. Vamos a “Trenes”: para quienes nos criamos en un lugar sin puerto y queríamos saber qué había más allá, los trenes eran el medio (y acaso el fin). Una luz débil en la lejanía que al acercarse se transformaba en una bestia imponente, estruendosa, hasta atemorizante, capaz de ponerlo a uno en otro horizonte de la noche a la mañana… ¿cómo no iba a impactarnos eso? Es obvio que me refiero a los trenes de antes, que son los que sedujeron a decenas de pintores de todo el mundo; los de alta velocidad tal vez sirvan de inspiración para otras artes, no creo que para la pintura. “Bicicletas” está integrada por varios cuadros de diversos orígenes que atestiguan el atractivo visual que ejercieron, y condensada en un poema que representa lo que estas máquinas fueron para mí y mi generación, niños criados en la llanura. La titulada “Barrio de tango” comenzó con la pintura de Berni, “Orquesta típica”, que asocié con historias escuchadas y leídas de músicos populares; allí fue que aparecieron otros cuadros ligados al tango, género que escuché cuando chico, odié en la adolescencia y venero ahora, y así se armó la sala. “Desafíos” está dividida en subsalas dedicadas a carreras de motos, de bicicletas y de caballos, ambientes que frecuenté en otras épocas de mi vida. La sala que he llamado “Uno x Uno” tiene una temática supuestamente libre; sin embargo, es la que mejor me representa y en la que pongo más cuidado, porque como su nombre lo indica significa una obra y su correspondiente texto, y por tanto procuro que haya una sinergía entre ambos.

 

¿Cuáles son tus próximos proyectos para el sitio?

 

Puedo citar algunas ideas que tengo hoy, pero es muy probable que para la próxima ampliación de la galería ya tenga otras. Sí irá, dentro de Desafíos, una subsala dedicada al boxeo, que vi mucho durante los años que viví en Bell Ville. Tengo la idea de abrir una sala dedicada al jazz, género que en lo musical rebosa de talentos pero en cuanto a cuadros no hay tanto, al menos de mi agrado. Con todo lo que he dicho que hice y hago: literatura, música, fotografía, pintura… creo que queda claro que soy un diletante de cuidado. La creación no tiene límites. Las posibilidades de la galería tal vez tampoco, pero hay que acotarla porque el material es inabarcable. Yo opté por la pintura, y descarté dibujo, grabado, escultura y otros. Celebro haberlo hecho: con la pintura sola hay días en que me siento desbordado ante tantas obras.

 

Sobre el autor

 

Ricardo Irastorza nació en Bell Ville y vive desde hace muchos años en Córdoba. Ha sido becario de investigación del CONICET, desarrollando tareas en el CIHRSA de Carlos Paz durante cinco años y luego otros dos en España. Fue cofundador y jefe de redacción del diario “El Ancasti” (Catamarca) y posteriormente editor científico y profesor en la Universidad Nacional de Córdoba, donde se jubiló. Ha publicado tres libros de cuentos: Qué va a haber en la Francia, Los pecados interiores –obra que ganó el premio Luis de Tejeda de la Municipalidad de Córdoba en el año 2000– y El deseo y las sombras; y dos novelas: El modo exacto de estar en el mundo y El orden de los actores (más datos y comentarios sobre estas obras en el blog personal del autor, ricardoirastorza.blogspot.com). A mediados de 2024 creó Fraile Muerto -Malasaña, Galería de Artes y Artimañas, un sitio virtual en el que se conjugan obras de arte de diversos autores con textos propios (www.frailemuerto-malasaña.com.ar).

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