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Por estos días

Por Jorge Felippa

 

No hay encuesta más certera que los bolsillos vacíos, apenas comienza el mes. Desde esos restos, hay que buscar palabras que atraviesen las paredes del enojo, les crezcan alas hasta alcanzar algún oído y nos alimente unas horas: unos mates que engañen el estómago, otras voces con aliento a bienvenida.

Anta tamaña incertidumbre, ¿adónde quedó el deseo? El que fui extraviando con los años y encerré entre cuatro paredes. ¿Desde cuándo la fatiga y el desencanto hicieron causa común en un mazacote desabrido? El mío, el nuestro y el de aquellos que “nos picaron el boleto”, y por ahora, paladean y pedalean un optimismo que nos da vergüenza ajena. ¿Y nosotros, no tenemos de qué avergonzarnos?

¿No será que siempre dejamos afuera los pecados y los vicios que no supimos ni quisimos evitar? Cerca y lejos, se hacen un festín con aquellos predicadores de verbas impecables, desnudos en sus bajezas terrenales, enlodados en su cinismo bien pensante. Si hasta ayer eran dignos de confianza, ¿hoy sin pudor esgrimimos una inocencia culposa antes de arrojarles la primera piedra?

En estas estridentes pavadas, nos enroscamos al garete, mientras millones de compatriotas ni siquiera encuentran donde poner el lomo por dos mangos. Y sus hijos se duermen sin un mendrugo de pan en la boca. Da vergüenza repetir estas certezas, mientras con mi mujer debemos elegir qué achaque es más urgente y ese afuera y este adentro, no nos quiten el sueño desde el día que elegimos acompañarnos.

A ese deseo original, le quiero poner más hechos que palabras. Y aunque las deudas le siguen quitando días al mes y el desaliento nos muerda los talones, seguimos eligiendo llamarnos compañeros.

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