Cada 5 de septiembre, se celebra en Argentina el Día del Lunfardo, en honor a la aparición del libro «Lunfardía», escrito por José Gobello en 1953, el cual fomentó el interés en la lengua lunfarda.
Pero, ¿Qué es el lunfardo?
El lunfardo nació en los arrabales de Buenos Aires, en un contexto de inmigración masiva, donde convergieron diversas lenguas y dialectos. Este lenguaje coloquial emergió en los barrios marginales y en los conventillos, lugares donde convivían inmigrantes de diversas nacionalidades. Italianos, españoles, franceses, africanos y criollos se mezclaron, aportando palabras y expresiones de sus lenguas nativas. Así, el lunfardo se convirtió en una amalgama de dialectos europeos y vocabulario criollo, enriquecido con términos del caló (el argot gitano) y el cocoliche (mezcla de español e italiano), todas formas lingüísticas provenientes de familias de clase baja y de los barrios marginales. Así se fue gestando un vocabulario rico en metáforas y giros ingeniosos. Palabras como «pucho» (cigarrillo), «laburo» (trabajo) y «morocho» (persona de piel oscura) son solo algunas de las muchas palabras que fueron adoptadas por el español rioplatense.
La palabra “lunfardo” tiene su origen en el gentilicio “lombardo”, término que llegó a ser sinónimo de ladrón, ya que los lombardos fueron, en el siglo XVIII, usureros y prestamistas, actividades por entonces impopulares. Con el tiempo y el uso diario, el término lombardo derivó en lunfardo.
Originalmente, el lunfardo, como forma lingüística, se asoció con los sectores más bajos de la sociedad, incluyendo delincuentes y presos. De hecho, muchas de sus primeras palabras estaban relacionadas con el mundo del crimen y la marginalidad. Sin embargo, con el tiempo, el lunfardo se difundió y se integró en el habla cotidiana de los porteños, transcendiendo su origen marginal.
El tango, el género musical y baile emblemático de Buenos Aires, jugó un papel crucial en la difusión del lunfardo. Grandes letristas de tango como Carlos Gardel, Enrique Santos Discépolo y Homero Manzi incorporaron términos lunfardos en sus letras, popularizándolos y dándoles una dimensión poética y cultural que los hizo aceptables y hasta prestigiosos.
(La letra de «Mi Buenos Aires querido», por ejemplo, está impregnada de lunfardo, ofreciendo una visión auténtica de la vida en la ciudad.) Con el auge de la cultura del barrio y el resurgimiento del tango en la actualidad, el lunfardo vive un nuevo renacer, con jóvenes músicos que lo utilizan para conectar con sus raíces.
La literatura no ha quedado al margen. Escritores como Roberto Arlt, Julio Cortázar y, más recientemente, Mariana Enríquez, han incorporado el lunfardo en sus obras, mostrando su riqueza y versatilidad.
En la cinematografía argentina, destacados directores, como Leonardo Favio y Juan José Campanella, han utilizado el lunfardo para dotar de autenticidad y profundidad a sus personajes y diálogos.
Y si bien el lunfardo es un fenómeno portuario y rioplatense, que hace a la identidad de Buenos Aires, lo cierto es que se ha extendido por las diversas regiones de la Argentina. Incluso ha trascendido las fronteras de nuestro país.
El lunfardo hoy
En la actualidad, el lunfardo sigue vivo y en constante evolución. Muchas palabras y expresiones lunfardas han sido asimiladas por el español rioplatense y se usan cotidianamente en Argentina y Uruguay. Términos como «mina» (mujer), «laburo» (trabajo), «pibe» (niño) y «guita» (dinero) son ejemplos de palabras lunfardas que se han convertido en parte del vocabulario estándar.
El lunfardo también ha sido objeto de estudios lingüísticos y culturales. La Academia Porteña del Lunfardo, fundada en 1962, se dedica a investigar y preservar este fenómeno lingüístico, a través de la publicación de libros y artículos y la organización de eventos para promover el conocimiento y la apreciación del lunfardo. Según esta institución, actualmente existen aproximadamente 6 mil términos lunfardos, pero este número es dinámico: así como surgen palabras y expresiones nuevas, otras caen en desuso. La Academia también estima que aparecen unas 70 palabras por año.
Teniendo en cuenta todo esto, es válido afirmar que el lunfardo es más que una simple jerga; es un símbolo de resistencia cultural y una expresión de la riqueza lingüística argentina. Ha sabido adaptarse a nuevas formas de expresión, desde la poesía hasta el rap, manteniendo viva su misión de reflejar la realidad urbana, lo que mantiene al lunfardo vigente en la memoria colectiva del país.