Me gustaría conocer las ruinas de Cartago. Si las conozco, conoceré la epopeya de Aníbal, uno de sus guerreros.

Los romanos esperaban una batalla marítima, ya que las dos ciudades estaban separadas por tan sólo unos cientos de kilómetros de mar.

Pero Aníbal se enfrentó al desierto, cruzó el estrecho de Gibraltar con su monumental ejército, atravesó España y Francia, subió los Alpes con soldados y elefantes, y atacó al imperio por el norte, en una de las epopeyas militares más gigantescas de las que se tiene noticia.

Venció a todos los enemigos que encontraba en su camino. Pero, de repente, cuando ya estaba a las puertas de Roma y sin que hasta hoy nadie sepa por qué, se detuvo.

El resultado de esa indecisión fue que las legiones romanas borraron a Cartago del mapa.