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El poeta de la plaza del pueblo

A escasos días de un nuevo aniversario del natalicio del  poeta  y escritor cordobés  Daniel Salzano, (precisamente el número 83 años, había nacido un 22 de mayo de 1941  y dejó este mundo un  24 de diciembre de 2014), el ámbito cultural  de la ciudad de Córdoba ha decidido acertadamente que la pluma mágica que ha tejido  bellos poemas resista estos tiempos inciertos.

 

El sueño de trascender,  tan humano como el deseo de volar,  es un anhelo que nos impulsa a crear, a amar, a dejar una huella en el mundo: poemas, relatos,  una pintura, una escultura,  una simple estampa para ser recordado.

 

A veces, los que aman quieren honrar  a los amados, o a la amistad, al amor, y hasta hay incluso quienes no quieren que la humanidad olvide a ciertos personalidades venidas a personajes, por sus rasgos miserables.

 

Pero este no es el caso. Urge seguir provocando  y contagiar la emoción de la sociedad de los poetas  mediterráneos bien argentos, esos que de una esquina, un bar, un café hicieron poemas e historias maravillosas. Por eso, los amigos  y quienes celebraron y festejan su paso por esta vida, han levantado en ancas la escultura del autor de  “El libro de amador” que estuvo en la esquina del mítico bar Sorocabana, en Buenos Aires y San Jerónimo – para dejarlo con su cuaderno de versos y su café   en la esquina del frente, en la mismísima Plaza San Martín, como ícono cultural en el centro de la ciudad, no sea cosa que dentro de otros 60 años, el bar se mueva de nuevo y abandone la recova del hotel Sussex.

 

Estatua de Daniel Salzano en la ciudad de Córdoba.

 

Daniel Salzano, Poeta y escritor. Escribió en La Voz del Interior durante casi 50 años, desde 1968 y hasta su último día. Sus textos también fueron recogidos por numerosos medios. Su popularidad está vinculada a la composición de canciones para Juan Carlos Baglietto y Jairo. Publicó Oh beibi!! (1968); Versos que escribí para que tocara Jelly (1974); El libro de Amador (1981); Flor de pasión (1983); No puedo dejar de Quererte (1991); El Alma que Canta (1993); Los días contados (1996); El espadachín mayor de la ciudad (1999); El muchacho que no sabía llegar al fondo de las cosas (2003); Llévame volando a la luna (2005); Cincuenta de los grandes (2008). Es autor del CD Córdoba dicha (1995) y las obras teatrales Revolver (1993), Dale mis saludos a Córdoba (1998), y Fahrenheit 451 (con ediciones entre 2000 y 2010).

 

Recibió la distinción Jerónimo Luis de Cabrera, fue reconocido por la Asociación Argentina de Críticos de Arte, designado ciudadano ilustre, e impuesto con la orden de Isabel La Católica por SM El Rey de España.

 

Fundó el cine Sombras, el cine El Ángel Azul (dos veces), el Centro Cultural España. Córdoba, y el Cineclub Municipal Hugo del Carril que dirigió hasta el momento de su muerte.

 

Desde la plaza San Martín sigue escribiendo poemas para que los cante Baglietto o Jairo, o  para que aquel artista que sueña con trascender, se anime a hacer de un rincón de Córdoba, el más bello canto.

 

Dicen que por las noches,  cobra vida el hombre de piedra para inspirar a nuevos poetas que andan enamorados bajo las sombras, o por las calles, solitarios y le susurra con el silbido de un viento fresco que  las emociones profundas pueden perdurar en el tiempo.

 

Los enamorados

 

Los enamorados se miran de frente
Caminan despacio, se besan de lado
Se tocan el pelo, se cuentan los dedos
Se besan las manos

 

Los enamorados inventan proezas
Desatan pasiones, murmuran promesas
Adoran la vida, comparten helados
Los enamorados

 

Los enamorados se miran de frente
Caminan despacio, se besan de lado
Ocupan el mundo, se prestan el alma
Los enamorados

 

Evitan las luces, dominan la noche
Abarcan estrellas, señalan planetas
Estiran las manos
Los enamorados

 

Los enamorados son cuerpos sagrados
Oigamos el himno que cantan callados
No me dejes nunca, no me dejes solo
No me dejes

 

Teneme apretado, decime amor mío
Decilo de nuevo, te quiero, te quiero
Que el mundo se acabe
Y empiece de nuevo

 

Los enamorados se miran de frente
Caminan despacio, se besan de lado
Ocupan el mundo, se prestan el alma
Los enamorados

 

Evitan las luces, dominan la noche
Abarcan estrellas, señalan planetas
Estiran las manos
Y al final estallan

Se apuntan, se juegan
Se afloran, se abejan
Se abren, se cierran, se bailan, se juran
Se viaban de lengua, de ojos, de lado

 

Se acunan, se miman, se doblan, se triplan
Se llaman, se citan, se loban, se lunan
Se celan, se adoran
Los enamorados

 

Daniel Salzano

 

 

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