En las provincias de Córdoba y de Salta se conmemora hoy, 25 de marzo, el día del editor de libros en homenaje y evocación del editor asesinado Alberto Burnichon por la dictadura militar el 25 de marzo de 1976.
Burnichon había nacido el 14 de febrero de 1918 en Tigre, provincia de Buenos Aires. Fue el único varón de tres hermanos. Vivió un tiempo en Córdoba, donde estudió dos años en la carrera de Astronomía en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). También vivió en Formosa y en Tucumán.
Conoció a grandes artistas, ejerció como titiritero, fundó y dirigió el primer grupo de Teatro Universitario en la Universidad de Tucumán y junto a un grupo de poetas, escritores, dramaturgos, escultores, crearon «La Carpa», un colectivo cultural multidisciplinario, que años posteriores devino en su primer sello editorial. Por esos años conoció a María Saleme, se casaron y juntos fueron padres de cuatro hijos: Moro, Soledad, Maorí y David.
Por trabajo decidieron mudarse a Buenos Aires, pero, cuando María se hizo cargo de la dirección del Colegio Garzón Agulla volvieron a Córdoba. A partir de los primeros años de 1950 comenzó a trabajar como editor. Su primera edición fueron poemas de Manuel Castilla, desde «La Carpa ediciones». Luego en 1952 publicó un primer ensayo político de Ezequiel Martínez Estrada.
Por su trabajo y activismo cultural fue amigo ,entre tantos otros, de Héctor Oesterheld, Juan Gelman, Eduardo Galeano, siendo uno de los primeros editores en publicar trabajos de escritores como Manuel J. Castilla, Daniel Moyano, Alfredo Veiravé, Enrique Wernicke, Jacobo Regen, Miguel Ángel Pérez, Armando Tejada Gómez, Juan Gelman, Héctor Tizón y artistas plásticos como Carlos Alonso, Cristóbal Reynoso (Crist), Remo Bianchedi, Luis Saavedra, Roberto Fontanarrosa, Hermenegildo Sabat o Antonio Seguí.
Su nieto Iván recordó: «sus conocidos hablan de él como un personaje entrañable, que llevaba un portafolio cargado de libros y encendía diálogos en las redacciones de diarios, librerías y bares que visitaba con frecuencia. Más allá de eso, hacía largos viajes al interior de Córdoba y a otras provincias en busca de autores inéditos. Conduciendo su «citroneta» desempolvó la quietud de los caminos del interior sin prisa ni pausa. Fue un hombre que hizo un culto de la amistad. Su esposa, María Saleme, dijo alguna vez que era «un excelente buceador y un amigo que ofreció su amistad sin reclamar el vuelto».
Fue secuestrado en los primeros minutos del 24 de marzo de 1976 de su casa, en barrio Villa Rivera Indarte, junto a su esposa, sus hijos David y Soledad, su nuera Beatriz Montenegro y dos nietos. Su vivienda fue saqueada y luego incendiada. María, Soledad, Beatriz y los dos niños de tres y dos años, fueron liberados en la vía pública. Alberto y su hijo David permanecieron cautivos en el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio «Campo de La Ribera». David permaneció cautivo en el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio «La Perla» y luego fue liberado. Existen relatos de sobrevivientes que indican que Alberto también permaneció cautivo en el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio «La Perla».
Fue asesinado y su cuerpo arrojado a un aljibe de una casa en Mendiolaza el 27 de marzo de 1976, con siete heridas de bala en la garganta. Su familia recuperó sus restos.
En 1982 Armando Tejada Gómez escribió «Bajo estado de sangre», con dedicatoria: «A Alberto Burnichon y Lucho Torres Agüero que quisieron para mí una palabra sin olvido». El poeta Aldo Parfeniuk, divulgador y estudioso de la vida y obra de Alberto, junto con la familia Burnichon publicaron dos libros como homenaje a Alberto: «Alberto Burnichon» publicado en 2006 y «Alberto Burnichon: el delito de editar» editado en el año 2013.
El Director de Orquesta y compositor Gabriel Senanes musicalizó el poema de Hamlet Lima Quintana, «Se llamaba simplemente Alberto», escrito en 1976 en homenaje al editor. La cantante Nancy Ocampo, en 2016, grabó la pieza en ritmo de chacarera. Alberto Burnichon tenía 58 años cuando lo asesinaron.
Palabras de su hijo, Moro Burnichon
Alberto Burnichon, viajero, amigo, padre, compañero. Sibarita de la palabra, de la amistad y de los vinos de esta tierra.
Curioso mirador de árboles, cerros y ríos. De cielos claros con nubes y soles y de cielos oscuros con constelaciones de estrellas que dibujan personajes, figuras y dioses antiguos.
Fino catador de palabras enhebradas en poemas, cuentos, cantos y lamentos. Embelesado admirador de aquellos que los escriben, cuentan o los cantan.
Sus músicas y sus voces.
Como un eximio cocinero -que no lo fue, y a quienes admiraba- iba armando plaquetas, libros, papeles con exquisitos dibujos y potentes proclamas, como si fueran elaborados platos que convidaba a su paso por el país profundo. Sus salsas tenían los condimentos de los poetas de los cerros…