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El cine argentino ante la motosierra: “La idea es destruir la cultura y la expresión”

Por Juan Diego Turraca
(para www.infochacu.com)

 

Apenas 100 días transcurrieron de la gestión Milei; y al talado al INADI y a la agencia Telam asoma con filo sobre el INCAA. Se trata del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales que, en los últimos años, no sólo ha permitido que el rubro signifique orgullo para los argentinos, sino que también emplea y suma a la economía nacional. Aquí, la palabra del delegado de ATE en el organismo, Nicolás Vetromile.

 

Tras décadas de desidia y abandono por parte del Estado, y así allanar el camino para el consumo de “lo que viene de afuera”, la industria cinematográfica argentina alcanzó en la última decena de años, con obras célebres y respetadas en todo el mundo, un destacado status de expresión audiovisual a nivel internacional.

 

El cine argento es altamente productivo para el país. Según los números que maneja el propio Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), cada peso que el Estado invierte en lo audiovisual vuelve a la economía real multiplicado por 5. Una rentabilidad de 1 a 5. Emplea al 3,1 por ciento del trabajo formal en Argentina y además son más de 700 mil puestos de trabajo, directos e indirectos. Y como si fuera poco, lo audiovisual genera más del 5 por ciento del PBI.

 

Pero la motosierra del Gobierno garcocapitalista de Javier Milei nada reconoce por fuera del objetivo de eliminar al Estado. Y para ello, es primordial sujetar la expresión. A la prensa, con la eliminación de la pauta a los medios y el cierre de la agencia Telam; a las manifestaciones, con el protocolo represivo de Bullrich y, a la cultura, con la afrenta contra organismos como el INCAA.

 

En diálogo con La Bisagra, programa que se emite por Radio Independencia, el delegado de ATE en el organismo de promoción del cine argentino, Nicolás Vetromile, no sólo visibilizó para esta parte del país la situación de los casi 200 trabajadores despedidos, sino también las consecuencias de los recortes y la implicancia del cierre del INCAA en lo que parece ser una meta indispensable de la gestión Milei: coartar, ajustar, atemorizar o eliminar toda fuente de expresión. Como diría Quique Pinti, los gobiernos pasan… quedan los artistas.

 

La nave insignia y “la señora”

 

Si bien la charla con Nicolás en La Bisagra buscó describir el escenario para la audiencia, el segmento más rico pasó por el contrapunto en las redes sociales que tuvo a Mirtha Legrand como estandarte del cine nacional contra la caterva de troles que en las redes sociales salieron a fustigarla por rechazar el cierre del Cine Gaumont, nave insignia del Espacio INCAA. “Las frases de Mirtha Legrand son muy importantes para la cultura porque ella habla de que fue hace poco al cine Gaumont. Va seguido, ya que hay películas de su nieta, o de su nieto, que es productor, o de sus amigos”, reflexionó Nicolás. “Es muy importante la palabra de ella porque es un conflicto que gracias a la solidaridad y visibilización de ustedes (por periodistas y medios alternativos) le llegó a ella y lo dijo: yo fui al Gaumont y está en perfectas condiciones. ¿Cuánto cuesta sostener el Gaumont? Y ahí empezaron (por el batallón libertario en las redes sociales)… bueno entonces pagalo de tu bolsillo, etcétera”, dijo el delegado sindical, haciendo referencia a la catarata de comentarios y amenazas que recibió “la diva de los mediodías” al criticar la medida de Milei. Pero fiel a su estilo, Mirtha fue más allá y dejó en claro que siente miedo de expresar lo que piensa. Y esto no es poca cosa.

 

El cine argentino en el mundo… afuera

 

No sólo se trata de ahorrar. De alcanzar a costa del hambre y la desocupación el equilibro fiscal. Se trata de eliminar el protagonismo de la cultura nacional en el exterior y conducir el consumo interior a las producciones internacionales. Para el dirigente, Milei “no está entendiendo el funcionamiento de la cultura y a su paso va destruyendo todo. En total se sumaron casi 200 despidos y ya nos avisaron que va a haber más en áreas muy sensibles como prensa, observatorio, género y otras. Por ejemplo, al cerrar el Observatorio es quien se encarga de recopilar los datos de la industria audiovisual y que eso no exista implica que se niega en el recorte; es decir, si vos venías haciendo y estrenando cierta cantidad de películas ahora no sabés dónde estás parado”, señaló.

 

Vale decir que los casi 200 despidos de los que habla el delegado de ATE representan a casi el 30 por ciento de la planta total del INCAA.

 

“A los despidos se suman los recortes focalizados. Por ejemplo, se derogaron las resoluciones que implican los apoyos a los festivales y los apoyos a los viajes al exterior de las películas argentinas que están en competencia internacional en festivales grandes”, afirmó Vetromile. “Eso te obliga a que el festival te invite e invite a todo el equipo. El festival internacional obviamente invita al director y al productor, pero claramente querés llevar a los actores y algunos técnicos. Porque además es una experiencia sumamente enriquecedora”, añadió.

 

“Pero además, en lo que respecta a los festivales nacionales (siempre hablando de cine y producciones audiovisuales) la idea es hacerlos desaparecer porque el apoyo del INCAA por ahí no era mucho económicamente, pero sí era una chapa: a mí me apoya el INCAA. Recuerdo en Chaco el Festival de Cine Lapacho y es sumamente importante y tenía el apoyo del instituto. Pero ya sin el respaldo del INCAA no tenés esa chapa para salir a buscar apoyo privado”, indicó Nicolás, en diálogo con Radio Independencia de Resistencia, respecto a un claro ejemplo de federalizar la impronta de los hacedores audiovisuales del interior.

 

Un clack a los números

 

Es menester, ante tanta desinformación en las redes sociales; ámbito pantanoso en el que un trol pagado obtiene más empatía que los mismos protagonistas del hecho, contrastar con cifras y números reales la idea “garcocapitalista” de pulverizar la presencia del Estado allí, donde hace falta. “La producción de películas en los últimos diez años fue creciendo muy rápidamente”, dijo Nicolás. Y alcanzó el promedio para nada depreciable de unas 200 por cada año. “Pero el problema, más allá de apoyar la producción y la protección a nuestro cine, no alcanza. Porque los distribuidores son internacionales, porque los exhibidores son internacionales y con el circuito de Espacios INCAA tampoco alcanza. Son 50 salas en todo el país. No es que las películas argentinas tienen pocos espectadores en la sala, es porque no tenemos dónde mostrarlas. De hecho, en las plataformas les va muy bien y en la televisión les va muy bien. Sin hablar de los circuitos gratuitos como el Cine Móvil, Sin Exclusión o Cine en Cárceles”, aclaró Vetromile.

 

Para concluir, vale insistir en la idea transversal de este artículo. No se trata sólo de las casi 200 familias que sufren el despido de los ya afectados trabajadores del INCAA. Tampoco se terminará en los “afuera” que se vienen. No se acaba en la destrucción de la herramienta más eficaz que el Estado ha creado para impulsar el cine argentino a niveles internacionales y, las producciones audiovisuales del interior, a estándares competitivos. Se afinca en la necesidad de las clases dominantes de recuperar su status quo. Y para ello, deben censurar y acallar una expresión más del pueblo (además de Telam y la eliminación de la pauta oficial). Es el cine y sus trabajadores y trabajadoras, que a través de la cultura cinematográfica y audiovisual; y la energía eólica de su abanico (que sopla para todas las clases y sin elitismos) busca llevar el sonido de los vientos del pueblo.

 

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