Por Jorge Felippa
Con tamaña dimensión del pasado y del presente que todavía nos desangra, ¿desde qué nombre empezamos a contar? Ustedes limpian el bronce de sus muertos en la Recoleta. Nosotros aún buscamos los huesos de los nuestros.
¿Alguien pregunta por las asociaciones ilícitas de los olvidos, o el azar que hace tropezar la historia? Una contabilidad macabra que crucifica el calendario para recordarlos.
¿Quién tiró la primera piedra?, dirán los dueños de la tierra, detrás de las sagradas escrituras con la tinta de los desiertos que supieron agotar.
Ahora, voy y vuelvo en el laberinto adonde quieren distraer la paciencia, hacer humo con la rabia, desgastar la palabra y mandarnos al resumidero de los años que pretender refundar.
En las redes, relamen su impudicia ante la desnudez de los caídos.
Nos obligan a mirarnos en los espejos deformados de nuestras acciones.
Así nos vemos: leales o conversos, grotescos y risibles ante nosotros mismos.
Y las páginas adonde escribimos los poemas y canciones que nos abrazaron a un tiempo más humano, ahora son calladas cigarras bajo tierra.