Corprens agradece a Letralia por hacerse eco del libro de nuestro escritor Aldo Parfeniuk.
La prestigiosa revista Letralia de Cagua, Venezuela, dedicada a la difusión de la literatura del mundo de habla hispana, se hizo eco del libro Ecopoesía, del escritor carlospacense Aldo Parfeniuk:
«El imaginario poético emerge de lo simbólico, pero sería imposible afirmar lo anterior si no existiese la naturaleza, la que surte de energía el ambiente y crea la vida, la vegetal, la animal, la humana. Desde esta perspectiva cabe afirmar que existe una poética del ambiente, del paisaje convertido en sensación vital: todo lo que está presente forma parte del ser consciente, lo que implica capacidad para crear un lenguaje anclado en el estudio y comprensión de “la casa de la poesía”, verificación de la inteligencia que concierne a la preservación de las especies; de allí, entonces, que exista una poética de la inmanencia y trascendencia del paisaje como sustentación del mundo: sin ese paisaje preservado no habría morada poética, no habría espacio del ser, no habría vida. De modo que hay una relación estrecha entre el entorno, el afuera vital y el pensamiento, la creación, la estética, el cuidado del todo que los sentidos conciben como espacio para la existencia.
Aldo Parfeniuk ensaya sobre este muy actual tema que tiene que ver con la ecología y la poesía. De allí, entonces, la Ecopoesía, fundado este estudio de Parfeniuk en autores como Leopoldo Castilla, Edith Vera, Romilio Ribero, Manuel J. Castilla y Dulce María Loynaz, quienes dedicaron su trabajo poético a exaltar la necesidad de morar en un paisaje donde tanto lo físico como lo simbólico se junten y puedan preservarse. Desde este punto, la defensa de la naturaleza, también la defensa del lenguaje, ese que recrea la realidad y la convierte en poesía.
Son cinco ensayos en los que el autor se explaya para ahondar en la esencia creativa de cada uno de los autores mencionados, quienes se dedicaron al oficio de poetizar la naturaleza como una manera de destacar el poder de la poesía, del lenguaje de la poesía, sobre el lenguaje de la destrucción provocada por la tecnología, por la industrialización, por la irresponsabilidad de gobiernos que no califican como preservadores del ambiente de sus países.
Todos los ensayos se enmarcan en esta idea: la defensa de la vida. Todos los estudios recorren el largo camino de ahondar en un inventario de asuntos atinentes al contenido de las poéticas de estos autores favorecidos por una labor cuya excelencia se basa, precisamente, en el uso estético de un lenguaje cuya simbología apunta hacia la defensa del medio ambiente.
La ecopoesía es un reto que va más allá de ser lo que significa: poesía basada en la casa donde habita el ser, los seres, las cosas, los significados y significantes, la metáfora, la metonimia y las cosas más sencillas. Es la casa donde habitamos y nos habitan, pero sobre todo es la vida de ese todo, destacado por la ecocrítica, mencionada por el autor como herramienta para entrar en rigor de estudio y comprensión de una realidad tan compleja como la actual.
El estudio que realiza Aldo Parfeniuk se perfila desde la diversidad y revitalización, lo que quiere decir que el paisaje (uso la palabra paisaje desde la perspectiva poética: representación del lugar, el sitio, el espacio habitado) multiplica sus posibilidades geográficas, y de igual manera fortalece esa vitalidad. El paisaje es muchos espacios vivos. Esta idea confluye en la relación entre la lengua y el ambiente: la primera se encarga de diversificarlo y el ambiente de recrearse desde la naturaleza que es: biología. En consecuencia, el paisaje es una biología que habla.
Nuestro autor se adentra en los precursores de este tema: Cheryll Glotfelty, Michael Branch, Scott Slovic, Thomas Dean, Lawrence Buell, Jonathan Bate y Moreno Henríquez, entre otros.
En América Latina, sustenta Parfeniuk, escritores como Carlos Fuentes, Enrique Leef, Antonio Brailovsky, Sergio Federovisky, Sergio Auyero y Maristella Svampa también encararon este estudio donde se puede afirmar un asomo de lo que luego se dio en llamar ecopoesía. No abrevia el autor. Ahonda, estudia y menciona a Gisela Heffes como una de las promotoras de esta idea que ha fortalecido una discusión en diversos escenarios, de modo que se trata de una manera de indagar en clave literaria y en clave filosófica el ADN de la naturaleza, según la tesis de Giacomo Marramao.
De este estudio, destaca el autor, se desprende que la naturaleza es código. Ya no es cosmos ni universo o laboratorio. Es un significado a descubrir para poder salvar a través del lenguaje, con la intención de que la poesía siga siendo parte de esa naturaleza, porque de ella proviene.
De manera que el poeta es el ecólogo del lenguaje.»