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El origen de los dichos más populares

Por Clara Gagliano, Editora Corprens

Según el Diccionario de la Real Academia Española, el refrán es: «un dicho agudo y sentencioso de uso común». La cultura argentina está llena de dichos y refranes populares que se transmiten de generación en generación, y son una forma de expresión que refleja la riqueza cultural de nuestro país.

Hoy el origen del refrán «Tener la vaca atada»: El delirio de los ricachones argentinos que inventó un dicho

Cuando decís que alguien «tiene la vaca atada», en realidad estás reviviendo una de las anécdotas más ridículas de la oligarquía argentina. Imaginate: principios del siglo XX, Argentina era la gran proveedora de carne y cereales del mundo, y los dueños de las estancias acumulaban fortunas obscenas. Tanto, que cuando viajaban a París (su destino fetiche), no se conformaban con ir en primera clase: ¡se llevaban una vaca viva en el barco! 🐄✈️

¿La razón? Puro capricho VIP. Estos señores exigían leche fresca «como la de casa» en medio del Atlántico. Ataban al animal en cubierta para ordeñarla cada mañana, convencidos de que ni la mejor leche europea igualaba a la de sus pampas. Y claro, al llegar a Europa, su estatus les permitía saltarse las colas de aduana como si fueran celebridades. ¡Eran los reyes de la pose antes de que existiera Instagram!

Esta época dorada —llamada irónicamente «de las vacas gordas»— convirtió a Argentina en el sueño húmedo de medio mundo. Los franceses creían que casarse con un argentino era ganar la lotería, y el país se llenó de migrantes (¡el 40% de la población!). Hasta que el crack del ’29 acabó con la fiesta: adiós viajes en barco con vacas atadas.

A pesar del paso del tiempo, de los cambios en la sociedad y el estilo de vida, el refrán «tener la vaca atada» mantiene su relevancia en nuestra lengua y en nuestra cultura popular, como eco y recuerdo lejano de aquellos locos años veinte, en los que París era una fiesta, las vacas eran gordas y la burguesía rural viajaba a Europa en barco, con bolsillo abultado y sus vacas atadas.

Moraleja: La próxima vez que veas a alguien con la vida resuelta, imaginatelo paseando una vaca por la cubierta de un transatlántico. ¡Algunos no tenían la vaca atada… la tenían con pasaporte! 🪪🛳️

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