Desde sus inicios, Disney ha sido un maestro en el arte de transformar lo antiguo en algo nuevo, lo familiar en algo mágico. Muchas de las películas que han marcado generaciones no son creaciones originales en el sentido estricto, sino adaptaciones de leyendas populares, cuentos de hadas y mitos que han sobrevivido siglos gracias a la tradición oral y escrita. Estas historias, que alguna vez se contaron alrededor de hogueras o en libros polvorientos, encontraron en Disney un nuevo hogar: la pantalla grande.
Tomemos, por ejemplo, La Sirenita (1989). La historia de Ariel se basa en el cuento homónimo de Hans Christian Andersen, publicado en 1837. Aunque Disney dulcificó el final trágico del original, la esencia de la historia—una joven dispuesta a sacrificarlo todo por amor y libertad—permanece intacta. Lo mismo ocurre con La Bella y la Bestia (1991), que bebe de una leyenda francesa del siglo XVIII. La narrativa de redención y amor verdadero trascendió el tiempo y el espacio para convertirse en un clásico animado.
No podemos olvidar Frozen (2013), inspirada en La Reina de las Nieves, otro cuento de Andersen. Aunque la película tomó libertades creativas, el núcleo de la historia—una hermandad fracturada y el poder del amor fraternal—es un eco de la tradición oral que Andersen recogió en su momento. Incluso Mulán (1998), aunque no es un cuento de hadas europeo, se basa en una leyenda china que ha sido transmitida por generaciones, demostrando que Disney no se limita a una sola cultura, sino que busca inspiración en todo el mundo.
¿Por qué estas historias han funcionado tan bien en manos de Disney? La respuesta radica en su universalidad. Las leyendas populares y los cuentos de hadas suelen abordar temas atemporales: el bien contra el mal, el amor, la pérdida, la redención y la búsqueda de identidad. Disney, con su habilidad para combinar narrativa, música y animación, ha logrado llevar estos temas a nuevas audiencias, preservando su esencia mientras las adapta a los valores contemporáneos.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Algunos críticos argumentan que Disney ha «blanqueado» o simplificado demasiado estas historias, eliminando matices culturales o morales más oscuros. Es cierto que los cuentos originales suelen ser más crudos y complejos, pero también es innegable que Disney ha logrado mantener viva la llama de estas narrativas, introduciéndolas a nuevas generaciones que, de otro modo, quizás nunca las habrían conocido.