Hoy, 19 de junio de 2025, se cumplen 141 años de la muerte de Juan Bautista Alberdi, una figura cuya sombra intelectual sigue proyectándose sobre la Argentina. Abogado, músico, diplomático y principal inspirador de la Constitución de 1853, Alberdi es un personaje tan fundamental como polémico, cuya obra ha sido reivindicada y cuestionada desde múltiples trincheras ideológicas.
Nacido en Tucumán en 1810 —el mismo año de la Revolución de Mayo—, Alberdi fue un prodigio intelectual que combinó el liberalismo clásico con una aguda comprensión de las realidades locales. Su obra cumbre, Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (1852), sentó las bases del texto constitucional que aún hoy nos rige. Allí defendió un sistema federal, la división de poderes, la inmigración europea («gobernar es poblar«) y la apertura económica, ideas inspiradas en modelos como el de Estados Unidos.
Su vida fue un destierro casi perpetuo: exiliado por el rosismo, vivió en Uruguay, Chile y Europa, donde ejerció como diplomático de la Confederación Argentina. Desde allí, logró el reconocimiento internacional del país y negoció tratados clave, como el que selló la paz con España en 1860.
Alberdi es hoy un campo de batalla simbólico. Para algunos, como el presidente Javier Milei, es un ícono del liberalismo antiestatista. Sin embargo, historiadores como Juan Pablo Lichtmajer subrayan que Alberdi también abogó por derechos colectivos, como la distribución equitativa de la renta aduanera entre las provincias, una lucha que lo enfrentó al centralismo porteño de Mitre y Sarmiento.
Su oposición a la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870) —que calificó de «crimen»— y su defensa del Paraguay, un país que consideraba más moderno que la Argentina de entonces, lo alejaron del poder y lo condenaron al ostracismo económico. Incluso en su regreso final en 1879, votó en contra de la federalización de Buenos Aires, mostrando una coherencia incómoda para todos los bandos.
Alberdi murió en París en 1884, lejos del país que ayudó a imaginar. Su ausencia de los feriados patrios —solo se lo recuerda el 29 de agosto, Día del Abogado— refleja su lugar ambiguo en el panteón nacional: un prócer sin culto masivo, pero cuya Constitución sigue vigente.
Hoy, su rostro en el billete de $20.000 y su invocación en debates políticos revelan una paradoja: Alberdi, el hombre que creyó en «la libertad organizada», es usado para justificar proyectos opuestos. Como escribió en El crimen de la guerra: «El éxito de la mentira es el de un momento; él pasará y yo seré vengado sin ejercer venganza».
Claves de su pensamiento en disputa:
- Federalismo vs. centralismo: Alberdi defendió un equilibrio que aún no se cumple.
- Libertad económica con justicia: Promovió el libre comercio, pero criticó la concentración de riqueza en Buenos Aires.
- Antiimperialismo temprano: Alertó sobre los intereses de potencias como Estados Unidos en la región.
Alberdi, en definitiva, sigue interpelándonos: ¿es posible construir una Argentina próspera y justa sin traicionar sus bases? La respuesta, como su obra, es compleja.