Por Luis Hernán López
con la colaboración de Nélida Sánchez y Alberto Muñoz
Los sucesos que se dieron en el norte cordobés durante la mitad del siglo XIX, hicieron pie en tres lugares relevantes entre otros; la estancia Los Manantiales, en Santa Cruz y el Villa Tulumba. Hoy, todos conforman un complejo patrimonial, un circuito cultural, que sustenta la historia grande de nuestro país.
En el agreste y bello paisaje que rodea a parte de las estructuras que aún quedan en pie.
En los Manantiales, lo que alguna vez fue la próspera estancia fundada por un aventurero irlandés, se planificaron varias secuencias que forman parte de la historia argentina. Allí se criaban las mulas que eran remitidas al Alto Perú y Chile, y pasó Gregorio Aráoz de La Madrid, y las familias de la más encumbrada sociedad cordobesa, antes y durante la gobernación de José Vicente Reynafé.
También, las paredes que aún se conservan fueron testigos mudos de lo planificado como el asesinato de Juan Facundo Quiroga y su comitiva.
Actualmente, una familia intenta poner en valor el lugar al servicio del turismo histórico y rural.
Los Manantiales, Santa Cruz y Tulumba
Una multitud de gente avanza a paso cansino de la caballada por una loma casi pelada, para abrirse paso hacia el valle verde, regado por abundantes aguadas que alguna vez sirvieron para saciar el transporte equino del Ejército del Norte que comandada el general Manuel Belgrano.
En medio del valle, se erige una estructura vieja de techos de chapa herrumbrados, que alguna vez fueron de paja, anunciando el corazón de la estancia Los Manantiales.
Horas antes había salido desde Villa Tulumba, por el Camino Real, las postas de Intihuasi y Santa Cruz, para hacer tarde y noche en el propio casco de la estancia. La que construyera a mediados de 1700 (siglo XVIII) el aventurero irlandés Guillermo Queenfaith (en inglés «queen», significa «reina», y «faith» «fe»), que a su vez era una forma anglicanizada de Kenefick o Kennefeaky, que era un apellido gaélico, donde crió mulas para vendería personalmente en el Alto Perú o en Mendoza para el Ejército de Los Andes. Pero lo más significativo es que en esa estancia, los hermanos Reynafé, planificaron al detalle el asesinato del Brigadier Juan Facundo Quiroga ocurrido el 16 de febrero de 1835.
Los Manantiales y los Reynafé
En la zona se conoce muy bien el significado histórico que tiene el lugar. Guillermo Reynafé (Padre) tuvo la fama de curandero y médico por lo que se lo respetaba y ayudaba.
Compró unas leguas de tierra con abundante aguada, montó un tajamar, plantó frutales, crió vacas y ovejas y mulares que vendía a los ejércitos del Norte, de Cuyo y del Alto Perú.
«Una noticia del cura Grenón inicia la investigación documentada sobre el origen de esta familia: Su fundador un católico Irlandés Guillermo Queenfaith, apareció por primera vez en 1772 en el departamento de Tulumba.
En aquella época era la región más poblada, productiva y comercial de la provincia. Era atravesada por el Camino Real y comunicaba con Santiago del Estero y las provincias del Norte. Sostenía relaciones con Chile a través de Catamarca. Estaban asentadas las estancias mejor explotadas, los comercios más prósperos y las familias apoderadas vivían en Tulumba, Ischilín, Punilla, Calamuchita y San Javier. Eran los departamentos ricos y cultos de la provincia.
Guillermo Queenfaith se ocupaba de la cría de ganado, del tráfico de frutas y mercaderías generales, de negocios de tierras y ejerció al mismo tiempo el oficio de curandero que lo llevó a ganarse la confianza de la sociedad del pueblo. Asesoraba a las autoridades del lugar e integraba comisiones judiciales, intervenía en mediaciones y realizaba peritajes.
En 1774, José Moraga, a nombre de Diego Ferreyra Lache, demanda a Guillermo Kenefaque por el cobro de un pagaré de 55 pesos, firmado por él. Más tarde agrega otro documento de 164 pesos, solicitando el pago inmediato: «por ser un sujeto transeúnte forastero, sin arraigo alguno y ser factible su transporte, y vaya a saber de dónde viene». El demandado comparece ante el Juez de alzada, declara 26 años de edad, reconoce la deuda, se compromete a pagarla dentro de cuatro meses y firma Guillermo Reinafee, Natural de los Reinos de Europa. Tiempo después, aparece como propietario de la estancia Los Manantiales, una de las más famosas de la región, de la cual hace su residencia solariega, a dos leguas de la Villa de Tulumba. Contrajo matrimonio con doña Claudia Hidalgo y Torres, tulumbanense, seguramente, por línea materna perteneciente a la familia acaudalada de Torres.
En 1779, se labró su expediente matrimonial en Córdoba y luego en 1781 en la Capilla de Tulumba, famosa por su altar mayor de madera primoroso trabajo del arte indígena que perteneció a los jesuitas dice Cárcano en su libro sobre la vida y muerte de Facundo Quiroga.
En la estancia, nacieron doce hijos del matrimonio, algunos de los cuales murieron al nacer. Francisco Isidoro (1798-1840); Juana María (1785- 1807); Guillerma, Guilermo (1799-1837); Lorenza (1800- 1868?); Rosario (1789-1814?); José Vicente ( 1782-1837); Micaela (1782-1823?); José Antonio (1798- 1836); José Isidoro (1796-1826).
Parte de la historia
Con el paso de los años, la estancia Los Manantiales va encumbrándose sobre el resto de las estancias de la zona y en gran parte de sus estructuras, desaparecidas con el tiempo. Allí conviven la familia del irlandés con sus suegros, peones y esclavos. En 1813, un caballo desbocado tira a Guillermo Reynafe padre y lo mató en el acto.
Según la escritora e historiadora Mabel Pagano, su cuerpo fue sepultado en el mismo casco de la estancia junto a dos hijos muertos al nacer, y de José Isidoro, que muriera a los 18 años de edad, aunque el cementerio familiar ha sido tapado por el monte y no se ven vestigios del mismo.
Los hermanos Reynafé (José Vicente, Guillermo, José Antonio y Francisco) no tardaron en enrolarse en los ejércitos y participaron activamente en la política cordobesa. Partidarios del Brigadier punillense Juan Bautista Bustos deben huir o son tomados prisioneros cuando el ex gobernador de la provincia es derrotado por el general José María Paz en la batalla de San Roque.
Más tarde aparecieron, enrolados en el ejército que comandó el gobernador de Santa Fe, Estanislao López.
En 1833, la Legislatura de Córdoba nombra a José Vicente Reinafé como gobernador de la provincia.
El encono del clan cordobés con el caudillo riojano Facundo Quiroga fue mutuo y aprovechando su paso como mediador de una batalla entre Salta y Tucumán, es sorprendido a su regreso en Barranca Yaco y ejecutado junto a toda su comitiva. Toda la operatoria y movimientos fueron planificados desde la Estancia Los Manantiales.
Caídos en desgracia
Muerto su fundador, la estancia Los Manantiales es explotada por el tercer hijo de la familia que llevaba el mismo nombre que su padre.
Este hacendado, fue el que proporcionó hombres y armas a Santos Pérez para ejecutar a Quiroga. Caídos presos sus hermanos, Guillermo se ocultó en la estancia, porque conocí su territorio y confiaba en su instinto: » El coronel Sixto Casanovas (encargado de dar con los autores y ejecutores de la tragedia de Barranca Yaco), estableció su cuartel en Villa del Totoral. Tenía un interés personal por atrapar a Guillermo, y para ello, envía al sargento mayor del ejército, Nicolás Villarruel con tres soldados a Los Manantiales. Una vez allí, interrogaron mediante torturas a una esclava y lograron dar con Guillermo Reinafé.
En el expediente de la Causa Criminal se señala que «intentó escapar a caballo pero se estrelló contra un árbol, lastimándose la garganta sobre el ramazón» describió en su libro Facundo el Tigre de los Federales de Víctor Hugo Robledo.
Los encargados de perseguir a los asesinos de Facundo Quiroga se encargaron de embargar los bienes de los sospechosos y de rematarlos cuando éstos fueron declarados culpables: » Todos los bienes de los reos mayores no han sido ejecutados aún. Existen algunos inmuebles y ganado de propiedad de los hermanos Reinafé y se mandó a vender en subasta pública. Apareció, entonces, un joven negociante, José Gregorio Lezama, célebre más tarde por la magnitud de sus negocios y escasez de escrúpulos» destacó Cárcano.
Para el turismo rural e histórico
La estancia Los Manantiales sufrió con el paso del tiempo la misma suerte que sus fundadores. Sus tierras fueron usurpadas y sus inmuebles saqueados.
Po pocas monedas la estancia fue pasando de mano en mano.
Hace cinco años, una familia de La Plata heredó una parte de la misma y adquirió el resto.
La familia integrada por Verónica Samaniego, su esposo Diego Castaño y sus gemelas Sofía y Malena, intentan con mucho esfuerzo devolverle el carácter histórico y preparar lo que quedó en pie para ponerla al servicio del turismo rural e histórico.
Por ahora un puñado de amantes de la vida rural pasean cada fin de semana y se entremezclan entre la belleza agreste y la historia que le dio popularidad.
El alma de la patria de mediados del siglo XIX vive en cada rincón de esa estancia. A pocos kilómetros pasaron Manuel Belgrano, Miguel Martín de Güemes, Gregorio Aráoz De Lamadrid, el General José M. Paz, Pancho Ramírez, el Virrey Liniers y miles de viajantes que unían el Río de la Plata y el Alto Perú.
¿Cómo llegar?
A 140 kilómetros de Córdoba por la Ruta Nacional 60, la Posta de Intihuasi fue una estancia construída en el 1715, que se convirtió rápidamente en un centro estratégico de las comunicaciones de la región. Muy cerca de allí se encuentra la Posta de La Santa Cruz que tiene un poblado pequeño.
Se debe ingresar y tomar un camino de ripio, cruzar unas cinco tranqueras para ingresar a Los Manantiales.