Por Jorge Felippa
(Escritor y periodista)
I
Muchos sabrán que este título es el mismo de un poema de Juan Gelman. Es una de las tantas maneras que encontré para meterme en una cuestión que, observo desde hace algunos meses, aparece en algunos medios y sin mayor trascendencia: la ludopatía digital en los adolescentes. Un tema sobre el que no pretendo levantar mi dedo admonitorio, sino acaso un minúsculo cartel de alerta.
Y si escribí arriba, lo del juego en que andamos, es porque no pretendo subirme a ningún púlpito. En nuestra antigua adolescencia, por lo menos este escribidor, del único juego que disfrutaba era el fútbol. De hecho, lo jugué desde niño en mi barrio natal, Alta Córdoba, y después hasta los 21/22 años en Instituto Atlético Central Córdoba, la “Gloria” cordobesa. Después, la colimba, la poesía y la política me alejaron del césped, pero no de mi pasión futbolera.
Creo que eso me mantuvo alejado de otros vicios naturalizados entre mis amigos: la bebida y el juego, más precisamente del póquer que reunía los fines de semana a cuatro o cinco de ellos, hasta perder todo lo que llevaban puesto.
Hablo de aquellos años de finales de los ’60, comienzos de los ’70, que también nos empujaron a otras aventuras callejeras. Además de leer a Sartre, Bradbury, García Lorca, Neruda, deambulábamos por los cines para ver una de Bergman, Trufautt, Fellini, tanto como una de Isabel Sarli. Por eso, antes que nada, quiero afirmar que ninguno de nosotros “meaba agua bendita”, y mucho menos después de haber cursado todo el secundario en un colegio de curas. Punto y aparte.
II
¿En qué andan al parecer, ahora muchos adolescentes? En el último semestre encontré en varias publicaciones de nuestro país, de México y España, el creciente desarrollo entre l@s chic@s, de los juegos de apuestas en los medios digitales. En una nota de Silvina Friera, de Agosto de 2023, en Página 12 ella escribió: “Las apuestas en línea son un fenómeno en crecimiento entre los adolescentes. Las docentes en las aulas detectaron el problema y están “muy preocupadas”. En los casinos virtuales y los sitios de apuestas deportivas intervienen influencers, exparticipantes de Gran Hermano, modelos, actores y músicos que comparten publicidades pagas sin ninguna advertencia.”
Observemos que quienes detectaron el problema fueron “las docentes en el aula”. Y fueron ellas las que salieron a buscar ayuda entre especialistas. Débora Blanca, psicóloga especializada en ludopatía y directora de Lazos en juego, revela que “Los juegos de apuestas tienen la particularidad de ser legales en la Argentina; no se está haciendo nada ilegal”, precisa y cuando algo legal se publicita se incrementa el consumo.
“Para los pibes es natural el uso de pantallas. Cada vez desde más chiquitos se les da un celular. La pandemia naturalizó muchas actividades que antes eran presenciales y las convirtió al formato virtual. Los adolescentes jugaban en la cuadra, en la vereda, en los clubes, hoy juegan en sus casas o en las escuelas a través de las pantallas. La edad de iniciación promedio es a los 15 años, pero psicólogas y psiquiatras especializadas en adicciones están recibiendo consultas por chicos de 12 años”.
Ahora, much@s chic@s disponen de cierta independencia con el dinero y entonces lo gastan en las apuestas en línea. “Si tienen menos de 18 años y apuestan, están transgrediendo la ley porque tienen que ser mayores de edad; por eso una de las cuestiones importantes a considerar es que falsean datos y documentación”, subraya la psicóloga y en cuanto al comportamiento expresa que “apuestan lo que ganan hasta que empiezan a perder y aparece el vínculo tóxico con el juego, que es lo que se llama ludopatía, que tiene como condición la pérdida”. Así es cómo funciona la cabeza del ludópata: “El adicto al juego necesita siempre perder porque cuando pierde es cuando se le arma la necesidad de recuperar lo que perdió; entonces vuelve a apostar y vuelve a perder porque el desafío es ver de dónde saca la guita para volver a jugar”.
A partir de estas noticias, recuerdo cuántos padres alzaron sus voces en contra de la ESI, con esa frase altisonante de “Con mis hijos, no”. ¿No advirtieron ellos lo que sí advirtieron l@s docentes tan denostad@s? Chic@s que dejaban de prestar atención en clase y estaban excesivamente pendientes del celular, que bajaban su rendimiento escolar y se quedaban dormidos o incluso empezaban a ausentarse a clase. En general, ellos empiezan con las apuestas deportivas, que parecieran no ser de azar sino de conocimiento del deporte. Algunas familias, aunque conscientes de que sus hijos apuestan, “no lo ven como algo problemático y ese es el principal asunto, si lo naturalizamos es muy complicado”, advierten distintos psicólogos sobre esta problemática.
III
Estudiar, trabajar, progresar fue el paradigma de la movilidad social ascendente de varias generaciones de argentinos. “En este momento el paradigma del trabajo, del progreso y del costo que había que pagar para aprender, ya no es aceptado. Los pibes renuncian antes de empezar, porque hoy en general a los chicos no les interesa ser empleados, trabajar ocho horas en una empresa y que el gerente les diga cuándo se pueden tomar vacaciones. Hoy está enaltecida la palabra libertad, ser libres, elegir todo, elegir dónde, cómo y cuándo. A los 18 años no se puede elegir, no se puede empezar siendo gerente; hay que hacer una carrera y eso implica siempre renuncias, enojos, angustias, inseguridades. Hoy se habla de ganar dinero, no de trabajar, ahí es donde se enganchan las apuestas. La idea es ganar dinero, pero no trabajando, no esforzándose”, reafirma Débora Blanca.
Esta brevísima recopilación reitero, no tiene otro propósito que poner sobre la mesa un fenómeno que, de no atenderse desde diversos frentes, puede tener dramáticas consecuencias familiares ya que atraviesa todas las capas sociales y no tiene límites geográficos. Geraldine Peronace, psiquiatra especialista en adicciones, destaca que están recibiendo consultas por chicos de los 12 años. Y atención a este dato: “La primera escuela que me llamó fue de una provincia, de un pueblo que ni conocía y que lo tuve que buscar por Internet. No podía creer lo que estaba escuchando; eran los docentes quienes me estaban contando cómo apostaban los chicos desde los celulares. Los docentes fueron los primeros en alertarnos a los especialistas a lo largo y ancho el país. Este es un problema en el que tenemos que poner el ojo; estamos en el tiempo perfecto antes de que estos chicos se conviertan en su mayoría en adictos”.
“Es un clima de época que hace pie en la idea de la meritocracia y del dinero fácil y rápido. Permanentemente vemos cursos que invitan a aprender cómo ganar dinero en poco tiempo”, alerta Soledad Fuster, psicóloga y capacitadora en problemáticas de violencia digital en escuelas de todo el país. “En la virtualidad se desdibuja la materialidad del dinero, los chicos se empezaban a endeudar con cifras tan elevadas que nos vamos enterando de situaciones en las que reciben amenazas de que les van a cortar un dedo o matar a alguien de su familia o incluso familias teniendo que vender propiedades por las deudas”, cuenta la especialista.
Mientras el Estado argentino se retrae cada vez más de las distintas áreas sociales, l@s especialistas advierten la urgencia de “proteger a los chicos de estas prácticas ilegales cuyo riesgo y magnitud todavía no dimensionamos”.
“Aquí pasa, señores, que me juego la muerte.”
(El juego en que andamos. Juan Gelman)