Por Jorge Garacotche*
(para Fervor)
Pancho Cabral es un enorme cantante y compositor riojano, un jugador de toda la cancha. Al empezar a investigar sus trabajos me encontré con varias cosas que valían esta nota, desde su pasado glorioso en el folclore de los 60´s, hasta la creación de una bandera de La Chaya, pasando por una vida privilegiada de la mano de la música y toda la identidad que regala.
Con Fervor: Sos el creador de símbolos de La Rioja, me sorprendí gratamente. Ignoraba por completo que existía una bandera de un ritmo popular, en este caso, de la chaya ¿De dónde viene ese patriótico proyecto?
Pancho Cabral: La idea fue en conjunto con mi amada Beatrice. Queríamos un signo identitario para el patio donde celebramos nuestra chaya todos los años, algo para los amigos que se llegan al ritual carnavalero. Puse, entonces, los elementos fundamentales de la simbología que utilizamos para esa fecha de febrero.
El verde de la albahaca, el blanco de la harina y el amarillo ocre de la vaina de la algarroba. En el centro de esa bandera, un símbolo fundamental, también, como la caja o tambor vidalero de los riojanos, o sea, el canto primero, el origen de nuestro canto que, hoy, es la vidala chayera y esa vidala ancestral. Ese tambor tiene los palos de toque cruzados para que el canto de las nuevas generaciones vaya hacia los cuatro rumbos. Ese canto está custodiado por dos ramos de albahaca, pero, esos ramos no están cerrados y tienen como objetivo indicar que ese cantar de los jóvenes no se detenga, que compongan nuevas coplas, pero, que conozcan lo ancestral, lo que les dio la identidad presente.
Esa sería la fundamentación de una bandera que ya fue provincializada y, a medida que pasan los años, el pueblo la va tomando como el símbolo de su canto, de su ritual de febrero.
CF: Al estar frente a semejante símbolo identitario, me pregunto si es que uno llega a la chaya o está en todos los rincones y se adueña de uno.
PC: Diría que es un ritual contagioso y extraño para el que lo vive por primera vez, pues, hasta puede llegar a molestarse cuando le tiran harina o le tocan el rostro. Es normal ese sentimiento, ya que si lo mirás desde afuera y no participás seguirá pareciéndote extraño a tu sentir. El que se integra lo vive de otra manera. Digo esto, pues, a nuestro patio llega gente de diferentes provincias y vuelven al año para febrero.
CF: Me gustaría que nos cuentes cómo fueron tus comienzos en la música.
PC: Mis comienzos creo que partieron desde los 10 años y fueron muy bellos. Canto en las escuelas primarias y secundarias y, luego, en diferentes grupos vocales de mi lugar provinciano.
CF: Hablar de un conjunto revolucionario como Los Huanca Huá, de un grupo de culto como Los Andariegos, es recordar la historia grande del folclore, el boom que se produjo en el Buenos Aires de los ‘60, cuando todos los porteños caímos en la cuenta de la riqueza del folclore, ¿cómo recordás a esos dos grupos?
PC: Agradezco a la vida el haber estado en esa década de oro de los grupos vocales. La vida me permitió ser parte de dos magníficos sonidos originales. Allí llegué a entender y a aprender a ubicarme en los acordes de cada uno de los arreglos que tanto amé y amo. Guardo los mejores recuerdos y momentos del canto de los dos. Esas diferentes armonizaciones distantes unas de otras, bellas las dos y que me facilitaron el acceso a grandes escenarios del país y lograr un mundo de amigos, colegas con los cuales compuse. En fin, todo un cielo diferente para un joven de 23 años que, al poquito tiempo de partir de su pueblo, estaba compartiendo escenarios con Don Eduardo Falú y con el escritor Ernesto Sábato en Romance de la Muerte de Lavalle. Sería interminable la lista de colegas de los cuales me nutrí de sus saberes, sólo sé que soy un agradecido por todo ello.
CF: Cuando volvés del exilio imagino un instante en donde viste un escenario cambiado, una tierra arrasada por el infierno, ¿qué encontraste en el país y en La Rioja, qué cosas habían cambiado para siempre?
PC: Al regresar a mi país con la democracia de un hombre admirado como Raúl Alfonsín y ese juicio a los genocidas, comencé a respirar el aire de la democracia, a seguir componiendo y fui invitado por los autores de la Cantata Riojana, don Ramón Navarro y el poeta David Gatica, a ser parte de ella con mi canto. Lo tomé como una bella serenata a mi pueblo en el regreso y, junto a colegas como Chito Zeballos, Colacho Brizuela, Ramón Narro -padre e hijo-, Luis Chazarreta, el Rioja Trío, en fin, un buen recibimiento y un comenzar a acomodar la vida con esa naciente democracia.
CF: ¿Qué significa la chaya para un músico riojano, qué sentimientos le pasan por la cabeza al interpretarla, qué cosas va tratando de contarnos a través de ella?
PC: Para un músico riojano la chaya, con su vidala chayera, son la marca espiritual indeleble que lleva en el alma. Pienso que, a partir de ella, deja y dejará plasmada su nueva música. Uno percibe que “se ama lo que se conoce”. Si un músico no parte de su origen musical lo desconoce, no puede improvisar sobre él y su mensaje será falso, débil, sin sabor, pues, no estará contando su paisaje, sus nombres singulares, sus hombres y mujeres cotidianos/as. Con todo ello quiero decir que no tendrá identidad alguna y eso es muy triste en un artista y se nota en el mensaje.
CF: ¿Qué añorás de la cultura popular de aquellos años, qué componentes dibujaban el paisaje y, hoy, ya no están? Y agrego algo que preocupa, que casi asusta, ¿la batalla cultural, hoy, está perdida, vamos ganando o es un empate que nos duele?
PC: Ninguna batalla cultural está perdida. Se pierde lo que no se lucha, entonces, nuestra tarea es la firmeza de nuestros creadores, tener vallas y, justamente ahora, con este Gobierno, no significa perder, significa renovar las luchas. No podemos perder lo adquirido, entonces, a no quedarse de brazos cruzados, los que tenemos la música y la palabra, los que tienen el gesto y el movimiento teatral, los que danzan para deleite de nuestros ojos, no pueden, no podemos bajar los brazos, pues, sería morirnos de tristeza, tristeza que tenemos, pero, no es lo mismo llevar la tristeza luchando que sentirse derrotados, digo fuertemente DERROTADOS NUNCA.
CF: ¿Cómo ves la cultura nacional y popular, hoy, en medio de este ataque feroz desde un Gobierno que combate esas dos cosas y con todas sus armas?
PC: A la cultura nacional la veo en una lucha por sus derechos y es lo que debemos hacer. Y a no ceder una coma por lo ganado, los espacios y la creatividad son nuestros.
CF: ¿Qué estás haciendo hoy y cuáles son los proyectos para este durísimo 2024?
PC: Los proyectos son varios y variados. Quiero salir a presentar mi último libro en diferentes provincias. Tengo una obra musical grabada en Chilecito, con arreglos del músico Luis Ormeño y en donde participan diferentes intérpretes, como Rodolfo Moya, el cuarteto de cuerdas cordobés Numen, Ramoncito Plaza –músico chileciteño. Esta obra se llama Coral del Valle de las Uvas. Son 10 cantos donde tomo el paisaje de ese lugar, personajes y esa bella vendimia de la perla del oeste. Acabo de ponerle música a una letra del poeta salteño Ariel Petrochelli, que se titula Felipe Varela canta. Estoy terminando un prólogo para un libro relacionado con la cultura riojana y continuando con un ensayo sobre la música de La Rioja. En fin, siempre hay algo para hacer.
*Jorge Garacotche es músico, compositor, integrante del grupo Canturbe y presidente de AMIBA (Asociación Músicas/os Independientes Buenos Aires). Vive en Villa Crespo, Comuna 15, CABA.