El poema de Gemma Ríos.(@gemma.androginx)
No llores corazón, aún te quiero así:
¡Así! ¡Cómo estás! Sin una herida menos, sin un golpe menos, sin una tristeza olvidada. Sin una puñalada cicatrizada, sin una rajadura del cielo reparada, sin una muerte menos. ¡Así, nomás! ¡ Así, cómo estás!
Quiero sanarme desde el suelo, y solo acariciando tu piel, corazón.
—¡Vos! Vos me enseñaste, corazón, que las caricias son ventanas abiertas del universo. ¡Vos me lo dijiste! ¿Verdad? ¡Mirame, que yo te estoy mirando. Mirame a los ojos, que te estoy señalando con el dedo.
—Me dijiste que las caricias eran ventanas, como puertas, que eran casi portales que se abrían para ingresar a una búsqueda sin fin. Eso sí, —me advertiste; recuerdo muy bien— que si se abrían era para buscarnos y encontrarnos en la serenidad de un abrazo, de esos abrazos que sanan y te hacen comprender lo que no podemos abarcar.
—Las caricias, las caricias, las caricias son así, —me dijiste en un bar, corazón. Lo recuerdo vivo. —Che, son apenas lágrimas del sol, apenas gotas de miel que suavizan nuestro camino hacia el refugio de los deseos, —me dijiste distante, casi sin importancia.
—Ahora, te pregunto yo: ¿Cómo sigo, corazón? ¿Cómo te cuido sin la necesidad mandante de cuentos de semillas desprotegidas, de semillas vulnerables, de semillas infinitamente pequeñas ante la monumental belleza de la luz? No me respondas, no, no me respondas, —resucitando.
No llores, corazón, seguiremos viviendo con los gestos cómplices del maravilloso arte de celebrar, de navegar. Dame la mano y encontraremos la calma que brinda el desafío de atravesar el oleaje de sales en nuestra única travesía.
Obras que representan la navegación humana por los campos invisibles.
Autor: Elemir Adelqui Gutiérrez, artista plástico y médico que vivió en Villa Carlos Paz y en la Nación guaranítica. (Posadas, Misiones y Encarnación Paraguay).