Por Madeleine Sautié | madeleine@granma.cu
Los 120 años del natalicio de Alejo Carpentier (1904-1980) no pasan inadvertidos para el país que se enorgullece de tenerlo entre sus más encumbrados intelectuales. Tampoco para la Feria, que ofreció un panel, este 19 de febrero, para celebrar su obra.
A propósito de la fecha, Granma conversó con una de las panelistas, la biobibliógrafa Araceli García Carranza, quien desde 1972 compila la bibliografía del escritor, ocasión «en que nuestro novelista mayor comienza a donar su obra impresa y no impresa a la Biblioteca Nacional.
«Unos años después entregué a la editorial Letras Cubanas su biobibliografía, la cual no se publicó hasta 1984. Gracias a Carpentier llevé el proceso bibliográfico correspondiente. Yo le había escrito a París, donde se desempeñaba como ministro consejero de nuestra Embajada, y le expresé mi interés por compilar su obra. A partir de entonces, cada verano de los años 70 visitó la biblioteca cargado de sus manuscritos, mecanuscritos y otros documentos, con el propósito de donar toda su colección a la primera institución bibliotecaria del país, y siempre acompañado de Lilia, quien luego haría crecer el donativo».
Araceli recuerda que, desde 1971, el señor Howard G. Gotfields, director de Colecciones Especiales de la Universidad de Boston, se interesó en que Carpentier donara su colección a tan prestigiosa institución, «pero su respuesta, en carta que atesora la Fundación Carpentier, fue negativa, pues como cubano había decidido donarla a la Biblioteca Nacional José Martí».
La colección –explica– está depositada en la Fundación desde 2007, y está enriquecida con todo lo que el matrimonio atesoraba en su casa, donde radica hoy esta institución. «Creo completar el servicio hasta nuestros días con algunos ensayos bibliográfico-críticos, derivados de mis repertorios, y con ellos me he propuesto promover el conocimiento y el estudio de esta obra inmensa. Estos textos resultan hilos conductores para el estudio de la juventud de Carpentier, así como para determinar la presencia de América, México y España en su obra».
En otro ensayo me refiero a cómo la colección impresa y no impresa me abrió puertas al descubrir la inmensa bibliografía que utilizaría en sus grandes novelas. Carpentier crea y recrea, y vuelve sobre sus pasos, hasta convertirse en fuente de sí mismo, haciendo brotar lo propio y lo literario.
Otras bibliografías como las de El siglo de las luces y Los pasos perdidos facilitan aún más el estudio de cada una de estas novelas. En la de El siglo… destaco, entre otros datos, sus lecturas complementarias, y en Los pasos… el escenario de la novela, verdadero monumento a la naturaleza venezolana.
De cómo recuerda a Carpentier también nos habla. «De grandeza intelectual incomparable, capaz de manejar su erudición con amenidad y sin vanidad, y siempre orgulloso de ser cubano. Su entrañable amor a Cuba estuvo por encima de su empeño como escritor. Fue un conversador delicioso e inagotable. En ocasiones, por no saber yo que él iba a la biblioteca, no lo esperaba en la puerta, y entonces me buscaba en el piso tres, como cualquier otro lector. Por excepción, fui testigo de otra de sus muestras de sencillez y amor a Cuba, cuando sus alumnos de la Universidad de La Habana lo saludaban en mi cubículo. Carpentier impartió allí Historia de la Cultura Cubana, y fueron alumnos suyos los historiadores Pedro Pablo Rodríguez y Paquita López Civeira, entre otras personalidades».
Como dato curioso, García Carranza resumió la vigencia de Carpentier en estos primeros 23 años del siglo XXI, con algunos datos bibliométricos que arrojan sus últimos suplementos bibliográficos.
«Su novela El reino de este mundo ha sido la más publicada, con 15 ediciones y 13 en otros idiomas. Le sigue El siglo… con diez y ocho en otros idiomas, y El recurso del método, con siete ediciones y tres en otros idiomas. Los pasos perdidos y Concierto barroco, con seis ediciones cada una, traducidas a cuatro y tres idiomas, respectivamente. Además, sus obras completas fueron reimpresas por la editorial Siglo Veintiuno en 2014. En total, en este siglo, Carpentier ha merecido más de cien ediciones».
–¿Cómo resumiría sus impresiones sobre Carpentier?
Innegablemente, fue un hombre excepcional, uno de los máximos artífices de la prosa castellana contemporánea, que supo elevar la historia a un rango poético, porque todo lo que hizo, lo hizo contando con la historia. Por eso, su obra tiene la calidad de lo vivo, de lo verdadero. Los estudiosos, filólogos, críticos e investigadores tienen mucho que hacer todavía, porque es preciso seguir descubriendo a Carpentier.
Gentileza de Periódico Granma (La Habana, Cuba) para Corprens Editora