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Leopoldo «Teuco» Castilla: «La poesía no es una hechura del hombre»

La 21° Feria del Libro de La Rioja marcó un hito de trascendencia al convertirse en el evento en el que se concretó el Primer Encuentro de Poetas del Norte Grande, una movida que, sin lugar a dudas, marca un antes y un después dentro del amplio mapa de la geografía poética nacional, que hace pie en nuestro territorio y, desde allí, se expande en el decir de las diferentes voces que le dieron forma y sustento a la palabra en el Museo Folklórico. Una de esas voces, absolutamente ineludible, es la de Leopoldo “Teuco” Castilla, militante de la poesía que aglutina y conmueve desde esa manera tan particular de expresar un pensamiento en el que se entrecruzan la sabiduría, la picardía, el humor, la sinceridad y el profundo amor por un oficio que lo tiene como cultor, con una amplia y reconocida trayectoria como poeta, narrador y ensayista, a lo que suma además un compromiso insoslayable con la naturaleza, siendo uno de los creadores de los bosques de la poesía. Nacido en la provincia de Salta, el 27 de marzo de 1947, Castilla ha desandado un extenso camino en el que su quehacer como escritor le ha valido ser reconocido con premios nacionales e internacionales. Solo por citar algunos ejemplos, fue condecorado en la Universidad de Carabobo de Venezuela por el conjunto de su producción, en tanto que en nuestro país recibió el Primer Premio Municipal de Poesía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, bienio 1998-1999; el Primer Premio de Poesía año 2000 del Fondo Nacional de las Artes; en 2003, Libro de Oro del año instituido por Fundarte por Libro de Egipto; en 2013 el Premio Esteban Echeverría, con el voto de escritores de toda la Argentina; en 2014 el Premio Konex, el Premio Rosa de Cobre de la Biblioteca Nacional por toda su trayectoria y el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora que otorga el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos de Venezuela. Asimismo, la Academia Argentina de Letras distinguió “Tiempos de Europa”, como el mejor libro de poesía publicado en el trienio que va desde 2013 al 2015 y recientemente fue galardonado por toda su obra con el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía, año 2018. En 2019 fue declarado Miembro de Honor de la Academia Nacional del Folklore y en el 2020 recibió el Premio Carlos de Honor de la Ciudad de Carlos Paz, en Córdoba, por su trayectoria literaria y en defensa de la naturaleza.
Desde ese lugar de privilegio que ocupa Castilla gracias a sus letras, pero con una enorme humildad que también le es característica, la 21° Feria del Libro de La Rioja y el Primer Encuentro de Poetas del Norte Grane pudieron disfrutar de uno de nuestros autores vitales, que dejó definiciones importantes para un imaginario poético del que es parte esencial desde los orígenes mismos de su sustancia.

¿LA POESÍA ES ALGO DE LO QUE PODEMOS HABLAR, ALGO SOBRE LO QUE PODEMOS TEORIZAR, O ES ALGO QUE PERTENECE AL TERRITORIO DE LO INSONDABLE?
Si hay algo que nunca ningún poeta pudo definir es qué es lo que es la poesía; miles de definiciones y no dan con eso. A mí me gustaba un acercamiento que Manuel Bandera hacía sobre su poesía al decir: ‘que mis poemas tengan la pasión de los suicidas que se matan sin explicación’, pero resulta que la poesía no es una hechura del hombre. Lo más cercano, lo más palpable que podemos atrevernos a suponer es que la hace la naturaleza, nosotros que somos igual que los árboles que los animales somos una sola cosa, somos una sola biología. Y en el fondo no es tampoco que seamos una sola biología, somos pura energía y esa sí viene de todo el universo, pero esa energía que viene de todo el universo y que hace que la poesía pueda transmitir realidades invisibles a nuestros ojos, por aquí pasa por una señora que se llama naturaleza, y resulta que esa señora que se llama naturaleza, somos nosotros que formamos parte de la naturaleza, entonces, así como la poesía es de la naturaleza, tiene 17 millones de formas. Tienes una exactitud y una belleza perfecta en una hojita, así, lo mismo hace la poesía con los hombres, los hombres lo único que hacemos es recibirla y cuando sale, sale ella. Nosotros tenemos que intentar tener la suerte de pillarla en el momento de la conmoción, de la vibración de la visión de lo que está diciendo. Es espantoso: yo por ahí he querido escribir un poema, yo quería decir algo y la poesía decía ‘no’, pero atendeme, yo le empezaba a decir, qué te cuesta, somos amigos hace tanto tiempo, y ‘no’. Y no hay caso. Por eso no se la puedo usar a la poesía, y por eso la poesía, como la naturaleza misma no miente, la poesía no miente. Ni la poesía ni en el arte; en la pintura vos ves un trabajo y se ve una cosa legítima, emocionada, una emoción que puede ser una emoción intelectual, plástica, sensible, del orden que fuera, pero tiene que haber emoción. Y ves y de golpe hay un pincelazo efectista para darle un sentido mayor al cuadro y ese pincelazo salta porque es falso, queda patinando en el aire, lo mismo pasa con la poesía. Digo yo, supongo yo, porque tampoco soy muy especialista en teorizar.
TOMO EL CONCEPTO DE NATURALEZA Y LE LLEVO HACIA ATRÁS EN EL TIEMPO, ¿CÓMO RECORDÁS TU INFANCIA? ¿CÓMO LA VIVISTE? ¿CÓMO PENSÁS QUE ESA INFANCIA PUEDE VINCULARSE O SE VINCULA DIRECTAMENTE CON LA POESÍA?
Bueno, mira, yo he tenido suerte; yo he tenido suerte. Creo que he sido un niño que andaba con bastantes trastornos, pero era un changuito churito. He tenido una suerte mayor, que es haber nacido en la casa de un poeta, entonces yo me he criado oyendo poesía y aprendiendo una cosa muy linda. Antonio Machado cuando le preguntaron qué era la poesía para él dijo: ‘es la cosa más seria de mi vida’ y lo dijo así, con toda seriedad. Y yo aprendí en la casa de mi padre que a la poesía había que entregarle todo. Si tenés que escribir un poema sobre el suicidio, tenés que pegarte un tiro frente al espejo e irlo escribiendo rapidito (risas). Y un profundo respeto por el trabajo insobornable que hay que hacer con la poesía; no hay que pedirle nada, nada, ella te dará si quiere. Ella te concede la suerte. Pero no hay que usarla a la poesía, porque la poesía te desmiente. Si vos, por ejemplo, querés escribir un poema enfurecido, si la poesía te lo deja escribir sale hermoso, pero si vos querés escribir el poema y la usás a la poesía, resulta que el poema te sale flojo y es como darle una espada de goma para atacar y entonces se degrada la denuncia, se degrada la protesta, se degrada la poesía.
¿DE QUÉ MANERA TE MARCÓ LA PRESENCIA DE TU PADRE Y QUÉ TE DIJO CUANDO SUPO QUE ESCRIBÍAS?
Mira, mi tata me enseñó todo, pero mi tata no me dijo una palabra de mis poemas hasta mi tercer libro, y me imagino yo que hizo muy bien. Yo tenía 14 años y no había visto el mar, entonces fui con mi tata y una señora amiga de mi padre y de mi madre a Mar de Plata y llegamos al amanecer, entonces digo: ‘Tata vamos a ver el mar, vamos a ver el mar’ y él, con toda la sabiduría me dijo: ‘no hijo, la primera vez que se ve el mar se lo debe ver solo’. Y cuando vos te vas a entrar en la poesía tenés que entrar solo, desnudo y a lo que te dé el destino. He aprendido todo de él, pero tuvo el cuidado de que hasta que no vio que lo mío era legítimo no dijo nada.
¿Y QUÉ ME PODÉS CONTAR DE TU MADRE, ESA MUJER QUE TE LLEVABA A LA TERRAZA A ESCUCHAR MÚSICA CLÁSICA…?
Mi madre era una mujer muy sensible, de un gran espíritu. Yo tengo mucho de mi madre. Mi padre era más calmo, aunque siendo un huracán. Pero mi madre era una mujer que tenía un lirismo hermoso. Yo la he visto toda mi vida leer hasta las cuatro de la mañana, todos los días, y esta historia que vos contás, y que yo la cuento en un poema, cuando era changuito, me llevaba con la radio; tenía una azotea en la casa y tiraba un cable para poner la radio arriba y me llevaba. ‘Vení mi hijito’ y me tiraba una manta y en la azotea me hacía mirar las estrellas y me hacía escuchar música clásica mirando las estrellas.
¿TE ACORDÁS DE TU PRIMERA POESÍA?
¡No me puedo olvidar! Es lo más quisiera, olvidarla, y no me la puedo olvidar. No puede ser, ¡qué cosa más fiera dios mío! (risas). Espantosa. Pero mirá, si me pongo a hacer algo espantoso no me sale tan bien. 15 de diciembre de 1961, no me puedo olvidar de la primera catástrofe…
CONTAME QUÉ HAY DE CIERTO EN ESO QUE TE ENCERRASTE 15 DÍAS, ESTANDO EN TUCUMÁN, A VER CÓMO TE RELACIONABAS CON LA POESÍA…
Claro, yo había ido a estudiar Derecho, pero ya tenía unos amigos así, que eran una joda…dos criaturitas del señor. No sabés lo que eran esos poetas, locos y dementes. Yo de changuito, a los 16 años entré a la Universidad y estaban mis amigos y el ‘chivo’ Valladares que me apadrinaba un poco y claro, ya andaba en la noche con ellos diciendo poemas hasta las cinco o seis de la mañana, entonces en un momento tuve que decir ‘hasta aquí, parate un poco, porque aquí vamos a ver si la cosa es de verdad o no’. Entonces me encerré a escribir 15 días, solo, encerrado a muerte y cuando comprobé que nada de lo que había escrito era falso para mí, o era un recurso ajeno a mi sensibilidad, entonces dije, ‘bueno, ahora sí’, y ahí me subí al caballo, que más bien terminó siendo burro por lo que he escrito (risas).
A PARTIR DE ESTAS EXPERIENCIAS Y DE LA EXPERIENCIA DE TODA LA TRAYECTORIA DE TU VIDA, ¿SE PUEDE SER DISCIPLINADO CON LA POESÍA? ¿SE PUEDE CONSTRUIR UN OFICIO, UNA FORMA DE HACERLA?
Yo lo que sé es que cada maestrito con su librito, y hay que ser respetuoso. Pero digamos, si puedo aventurar algo, que yo creo que un poeta tiene que levantarse y desde que se levanta hasta que se duerme tiene que andar de cacería, pero así, de cacería, mirando todo, porque la poesía está de pronto en un foco que titila, ahí está la posibilidad, ahí está el poema. Y yo, en mi caso, estoy todo el tiempo que puedo porque he viajado mucho y he andado mucho de viaje; yo me levanto al alba, a veces me levantaba a las 5, 5 y media de la mañana, ponía una hoja de coca, un cigarro y hubo veces en que me he levantado a las 5 de la tarde de la silla, todo el día. Y después con una obsesión que tal vez me haya perjudicado, no sé, pero con un rigor… Hay que tener cuidado con los rigores dentro de la poesía porque pueden terminar siendo rigor mortis (risas). A veces he estado hasta las 5 de la tarde y haciendo hasta seis, siete versiones del mismo poema antes de publicarlo.
¿PARA QUIÉN ESCRIBE UN POETA? ¿PARA QUIÉN ESCRIBÍS, SI ES QUE HAY ALGUIEN?
Mira, hay cosas hermosas. Yo te voy a contar las tres cosas hermosas que me han sucedido con la poesía. La primera cuando he publicado el primer libro. Era en la imprenta donde se publicaban todos los libros en Salta. Tenía un mostrador chiquito, y adentro estaban las máquinas y se hacían los libros con tipografía, y era mi primer libro y apenas habría la imprenta yo iba a inspeccionar si le faltaba alguna cosita. Todos los días iba, y estaban ahí los obreros de la imprenta, hasta que me dicen ‘vení a buscar tu libro’, ¡mi primer libro, Dios mío! Llego, estaban todos los obreros en el pedacito este, uno plumereando, otro acomodando. Ahí está el paquete, primer paquete que te entregamos. Abrí el paquete, así, con las garras. Y la carcajada de todos los obreros. Resulta que la emoción de los poetas primerizos, de su primer libro, era un espectáculo legendario para ellos. Yo salí, me acuerdo, salí con la pila de libros, y los iba regalando por la calle; había que buscar lectores. La segunda: yo era titiritero y estaba haciendo títeres en Madrid y tenía una función y me aparece un chango de atrás y me dice yo soy Calabrese, poeta salteño. Y me dice vos haz escrito un poema que se llama ‘el neuropsiquiátrico’ que habla de cómo saltar y que estaba con otro poeta, que ya murió, estaba preso y dice que cuando ya no aguantaban más el encierro salían al centro del patio y decían ese poema en voz alta. Y la recompensa grande ha sido que me han contado que una pareja de amigos pasó por la Catedral de Salta a la siesta y a ahí están los mendigos, los que piden, entonces, claro, da el solazo a la siesta, entonces estaban a la sombra, en un costado de la Catedral, se habían ido a tomar sombras y que había uno de ellos leyendo un libro mío. ¡Esa es una alegría carajo!.

ESTA FERIA HACE REFERENCIA PUNTUAL A LOS 40 AÑOS DE NUESTRA DEMOCRACIA Y PARA LLEGAR HASTA ESTA CELEBRACIÓN HUBO QUE PASAR POR MUCHO DOLOR, POR MUCHAS SITUACIONES TREMENDAS; HICISTE REFERENCIA A MADRID Y CÓMO FUE ESA EXPERIENCIA DEL EXILIO, ¿CÓMO ENTRÓ EN TU POESÍA ESA EXPERIENCIA Y LA EXPERIENCIA DEL SILENCIO?
Mirá, yo no sé si aquí… no me parece a mí decoroso hablar de lo duro que fue el exilio habiendo tantos compañeros que han sido torturados, muertos, encarcelados. Lo que sí sé es que del exilio no se vuelve. Vos podés regresar a tu tierra, integrarte como yo que estoy feliz en mi tierra, integrado, pero del exilio no volvés, porque en el exilio han quedado todos esos desaparecidos que te han acompañado allá, ellos no han vuelto y es como un ancla entre dos orillas. Porque la vida que ha hecho uno lo ha desconocido, el pasado te ha desconocido, te has salvado, sí, te has salvado. A mí me han sacado un decreto los militares tratándome de subversivo. Bueno, por lo menos han escrito algo los militares, es lo único que les conozco. Pero el exilio… sabés qué es lo que pasa… volvamos a la cuestión de la literatura, de la poesía, perdón, que la poesía no tiene nada que ver con la literatura, a mí me ha colapsado la voz. Yo escribía de una manera antes y de golpe empecé a escribir de otra manera. Y yo creo que es como si no hubiera querido conceder el don del habla de mi gente, en mi alma; eso también es otra suposición que no es tan segura, pero sí cambié rotundamente. Volví y recién cuando volví después de años, porque terminó el exilio, intenté volver, no conseguía trabajo, vivía haciendo títeres, pero cuando volví recién pude volver a escribir con mi tonada. Mientras tanto, y eso también me sirvió como una derivación expresiva para los versos, hay un acápite por ahí que dice que ‘el que se lleva su tierra, no llega nunca’.
ESTÁ LA EXPERIENCIA DEL EXILIO, POR UN LADO, PERO TAMBIÉN ESTÁ LA EXPERIENCIA DE LOS VIAJES Y ESTO QUE CONTABAS DE CÓMO VAN ENTRANDO DIFERENTES VOCES O DIFERENTES FORMAS DE DECIR EN TU CUERPO, EN TU ALMA…
De changuito he empezado a viajar. ¿Sabés quién es la culpable de que yo viaje tanto?… Yo no he viajado para hacer turismo, eso es denigrante, no, ni viajaba para conocer, no, yo viajaba para hacer aventura, para encontrar peligro. La culpa de los viajes la tiene el olor de una manta. En la casa de mi Tata había una manta que había sido de mi bisabuelo, que era una manta peruana, tejida, y que tenía olor a pasto salvaje, a viento de altura, y yo de changuito me imaginaba. Esa es la primera cuestión, y la segunda: yo tenía unos tíos que eran obrajeros, entonces me llevaban con ellos al monte y claro, había que salir a las 4 de la mañana y yo de changuito me subía en la caja de los camiones para que me diera el viento en la cara. Y de ahí empecé a viajar con mi hermano de mochileros, íbamos y veníamos y por ahí veníamos hasta con 20 kilos menos, haciendo dedo por toda América Latina durante ocho o diez años, y después ya me tocó el exilio.
DESPUÉS DE HABER VIAJADO TANTO POR LOS MOTIVOS QUE SEÑALASTE Y HABER ESCRITO TANTO, ¿QUÉ SENTÍS CUANDO ESCUCHÁS HABLAR DE LA POESÍA REGIONAL?
¿Cómo poesía regional?, si toda la poesía es regional. Todo es regional. Yo estoy en un café de París, es regional, todo es regional. Esta es una agachadita. Una vez, yo le decía a un amigo, ‘me parece muy bien, pero la poesía elige’. A mí me ha tocado esto, pero conozco poetas que solo han podido escribir poemas de amor, porque la poesía decide. Entonces le digo ‘mirá, hay una cosa, estamos perdiendo la visión del mundo’. Y la visión del mundo no es una mundanidad, la visión del mundo es toda esta naturaleza que está aquí. En esa roca, aquí cerquita, hay más leyenda, y más vuelo, y más misterio que en toda la Enciclopedia Británica junta. En una piedra. Y decía ‘bueno, está bien, tenés derecho. Ahora, no me vengas con el desmedro del tema de tu padecimiento tomando un café melancólico en la ciudad gris, porque yo te voy a meter en la tormenta en la cordillera y vas a ver cómo se te cae el universo encima y me vas a decir qué es más importante: si ese universo o el cafecito’; eso es un equívoco absoluto. La poesía está en todos lados y trasunta y se mueve, es un afluente, es como una fuente que se alimenta de la misma agua que suelta y vuelve, y esa agua inunda todo el mundo, inunda a cada una de las personas y vuelve.
¿HAY UNA RELACIÓN ENTRE LO INTELECTUAL Y LO EMOCIONAL DENTRO DE LA POESÍA? ¿SE DA ESA RELACIÓN?
No hay que tenerle miedo a la palabra intelectual, porque un intelectual es un señor que reflexiona sobre su oficio. Eso está bien. Pero si vos tenés una mesa de cirugía para operar, tenés 18 instrumentos para operar y cuando vas a operar, por qué vas a desdeñar entre este o este elemento. En el caso de la poesía, en tanto y en cuánto enriquezcan, porque uno puede prescindir para que enriquezca, pero también puede prescindir para empobrecernos, todo depende del resultado. Si se hace algo común, intelectual, conceptual, el concepto tiene que estar emocionado, si no es concepto emocionado no sirve. Es como ciertas verdades filosóficas. Tiene que haber una emoción, tiene que estar caliente. Y tampoco una versión digamos intelectual, toda poesía tiene pensamientos, pero que ese pensamiento descubra algo. El concepto, si no está emocionado, por lo general enfría al resultado poético y no transmite.
¿ENTONCES SE PODRÍA DECIR QUE EL RITMO DE LA POESÍA ES EL RITMO DEL CORAZÓN?
Se dice que es el ritmo del corazón. Vos sabés que una vez yo estando en una playa de Galicia, estaba echado de nuca al mar y hago así y había un espigón y en el espigón había un perro, un chico corriendo, un viejo caminando. Y resulta que fueran con la velocidad que fueran, todos caían con el mismo ritmo. Corrieran a la velocidad que corrieran, entonces digo ‘este es el ritmo de la gravedad, este es el latido de la gravedad en los cuerpos, el mandato de la gravedad en los cuerpos’. Esa puede ser una, y puede ser la del corazón, y tantas que no sabemos.
VOLVIENDO A LA NATURALEZA, SI TUVIERAS QUE COMPARAR A LA POESÍA CON UN ANIMAL, ¿CUÁL SERÍA?
El colibrí. Porque ese viene del otro mundo, está aquí y no llega. Me estoy plagiando un versito que yo tengo.

¿QUÉ NOS PODÉS CONTAR DE LOS BOSQUES DE LA POESÍA?
Yo he venido aquí y he aprendido un montón de cosas escuchando a los poetas, un montón de cosas, pero parece que lo que la gente no puede aprender es que podemos estar en frente al suicidio de la especie humana y con una inminencia gravísima. Uruguay ya no tiene agua para beber, miren los incendios en todos los bosques del mundo, miren el mar, que los corales ya no tienen cómo alimentar a los peces. No vamos a hacer una serie de enumeración de los desastres que son absolutamente reales. Pues bien, viendo esos incendios hace dos años en Córdoba yo estaba con dos grandes poetas, dos grandes seres humanos, dos grandes hombres solidarios, pero que me han arruinado la vida (risas), que se llaman uno Aldo Parfeniuk y otro Pedro Solans, ninguno de los dos está en sus cabales. Son demasiado inteligentes para eso. Hagamos un bosque de la Poesía, dijimos, y el primero se ha hecho en Carlos Paz. Y luego ha venido una ametralladora de bosques en todo el país, en América Latina, en Europa y se están expandiendo por todos lados, pero eso no alcanza, eso no alcanza y no va a alcanzar, mientras se siguen haciendo políticas que entreguen a cambio de la guita puntual para los codiciosos, los recursos naturales de este país; ya viene el imperio a robarnos las aguas y ya no vamos a tener qué beber y no estoy hablando de ninguna posibilidad, que no sea inminente. Entonces yo convoco aquí a todos los poetas que quieran fundar un bosque de la poesía en su pueblo, se hace en tres cuatro días, es facilísimo. Es de una urgencia absoluta, absoluta, porque se trata de la supervivencia de esta especie.

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