Su poemario El extraño si bemol color sepia quiere ser una guía hacia la luz
La pandemia de Covid-19 ejerció una profunda influencia en nuestras sociedades, y el arte, en especial la poesía, no ha sido ajeno a estos efectos. Como respuesta a la crisis sanitaria y las limitaciones impuestas, los poetas han encontrado en la palabra un refugio, un medio para expresar el dolor, la soledad y la esperanza en tiempos inciertos. La poesía se ha convertido en un testimonio de nuestras vivencias compartidas, en un canal para explorar las emociones y reflexionar sobre la fragilidad de la existencia. El escritor y editor argentino Pedro Jorge Solans (Quitilipi, Chaco, 1959) es un vivo exponente de esa cualidad salvadora de la poesía. Su libro El extraño si bemol color sepia fue de alguna manera la respuesta de su poesía a una situación inesperada e inédita que nos mantuvo a todos en vilo. El poemario recoge igualmente su sensibilidad en torno al tema ambiental, la memoria de sus querencias y el homenaje a quienes admira. Su trayectoria en la poesía comenzó en 1987 con el poemario La carga (1987). Luego se dedicó al periodismo y en 1993 fundó en Villa Carlos Paz, donde reside, El Diario de Carlos Paz. Después de dos libros periodísticos, Los Gigantes no cesan de llorar (2002; Premio Rodolfo Walsh) y Crímenes en sangre (2007), se “reconcilió” con la poesía —como él mismo nos dice— y publicó los poemarios Agua para mañana (2017) y El último libro de Facundo Cabral (2018). Es autor también de los de los libros de narrativa Isidro Velázquez, retrato de un rebelde (2010), Los milagros del Gauchito Gil (2013), El Sur negro, crónicas afrolatinas (2014) y Dónde caerse muerto (2021), y del ensayo El Pantanillo de Ernesto Sábato (2021).
El extraño si bemol color sepia contra la resignación
-Tu libro El extraño si bemol color sepia tiene una gran carga emocional, no sólo por el tema de la pandemia, la enfermedad y la muerte, que gravita en todas sus páginas, sino por el viaje recurrente a los confines de la memoria, de tu memoria. ¿Cómo llegas a este libro?
«Fue un proceso que se gestó antes de la pandemia, y en plena restricción sanitaria terminó de gestarse. Es cierto que contiene una enorme carga emocional porque desde el abismo había que salir, no como un proceso individual sino como integrante de la cultura humana. Había que refundarse, apelar a las fortalezas de nuestra condición y no resignarse a la derrota, al olvido, al conformismo, a que para evolucionar hay que perder. No, quién dijo eso? Se puede evolucionar sin perder lo nuestro, nuestra huella como ser humano.»
-Esperanza, la vecina de tu abuela, abre y cierra el libro dotándolo de un hermoso y significativo círculo. ¿Puedes hablarnos de esto?
«Como salida del abismo, y en defensa del destierro del hombre, con su planeta destruido, y su inminente reemplazo por los seres artificiales dentro del sistema atroz en el que vivimos, hay que refundar la esperanza como escribió Jean Paul Sartre en 1980: Sé que moriré en la esperanza, pero hay que fundarla”. Y sólo se puede llegar a refundarla desde el rescate de los recuerdos, de los afectos, de nuestras costumbres, de nuestros lugares vividos, de nuestros errores, de nuestros aciertos, de nuestros sentidos, de nuestra relación con la tierra, de nuestras necesidades de agua, aire, paisaje. Todo lo contrario a lo que nos ofrece la asepsia de una pantalla. La pantalla cómo metáfora o imagen de la virtualidad. Y El extraño si bemol color sepia intenta mostrar una travesía, una de las tantas que puede hacer el hombre desde la profundidad de los pozos ciegos, desde la oscuridad de las tinieblas, desde las catástrofes a la luz de los amaneceres, a concebir un mañana.»
-¿Qué significó el Covid-19 para ti como escritor?
El Covid-19 significó, para mí, incertidumbre. Que no podemos seguir consumiendo tiempo en busca de seguridad, un concepto muy lejano al de la humanidad. Quienes nos movemos en forma constante no podemos tener como premisa seguridad, cuando vivir es precisamente tomar riesgo. Ahora, en lo coyuntural fue una experiencia que superó las expectativas. Podríamos decir que fue una guerra inesperada, con misiles renovados, una contienda exitosa para quienes la libraron en las mesas de arena donde se lucieron las estrategias y las tácticas. Eso sí, la soportamos todos.»
-Varios de los poemas del libro transmiten la indignación que sentimos muchos de nosotros al sufrir la pérdida de seres queridos. Nos gustaría que nos hablaras de cómo es para ti hacer poesía sobre temas tan emocionales. ¿En qué punto se equilibran el sufrimiento y la poesía?
«No sé cómo responder esta pregunta. Sólo me animo a decir que para mí la muerte no se equipara a la vida, sino que la muerte es parte de la vida. A veces me asombro cuando veo la muerte en una caída de ojos, en una mirada, en un adiós, en una celebración, cuando comparto una copa con un amigo o una amiga. Siento la necesidad de vivir y escribir emocionado lo más que puedo.»
Pedro Jorge Solans y su reconciliación poética
-Tu poesía, al menos la que podemos leer en este libro, se destaca por su depurada calidad y el uso de versos breves. ¿Por qué elegiste este estilo en particular y cómo crees que influye en la experiencia de lectura de tus poemas?
«Empecé escribiendo poesía, luego por un largo tiempo nos separamos, y me dediqué al periodismo y a las investigaciones, pero sin darme cuenta en los últimos años me encontré con ella y nos pedimos disculpas y volvimos. Por otro lado, no sé cómo influyen mis poemas en los lectores. Ojalá que influyan en beneficio para todos. Soy consciente de que mis poemas poseen una estética rara, o tal vez, casi diría que no son bellos, o no cumplen con los paradigmas clásicos de la belleza, algunos son groseros, antiestéticos; lo que sí, están preñados de convicciones bellas.»
-Sabemos que la defensa de la naturaleza es una de tus preocupaciones, y eso es algo que se hace notar en El extraño si bemol color sepia, donde incluyes un poema que forma parte del “Bosque de la Poesía” del parque Ernesto Che Guevara, en la ciudad española de Maracena. ¿Qué son estos “Bosques de Poesía”?
«Son parte de una iniciativa impulsada por el Movimiento de Poetas y Artistas en Defensa de la Naturaleza, que proponemos sembrar bosques nativos en distintos pueblos y ciudades del mundo como una primera acción real y simbólica destinada a incentivar la participación activa de toda la población en la protección de la biodiversidad. La propuesta surgió en 2019, y con los poetas argentinos Aldo Parfeniuk y Leopoldo Teuco Castilla fundamos el primero en Villa Carlos Paz, Córdoba, donde se quemaban hectáreas de bosques nativos. Surgió como un grito de rebeldía, en defensa de nuestro planeta. Enseguida se expandió por otras provincias argentinas, y por Ecuador, Paraguay, Cuba y España. Hoy hay miles de poetas y artistas que están fundando sus bosques y en pie, ya un centenar de bosques. Si me permite, para interiorizarse en los bosques hay que ingresar a la www.conasud.com.ar.»
– ¿Crees que la poesía tiene un poder como medio de expresión y transformación social?
-No sé. Pero en los momentos trascendentales, épicos de vida, de muerte, el hombre escribe poesía para dejar su legado, su experiencia, la esencia de sus pasos por estos lugares.
Las raíces primordiales
-Has publicado también obras en narrativa, ensayo y crónica. ¿En cuál género te sientes más cómodo?
«Depende de las circunstancias y de los temas. En mis años de trabajo como periodista, abracé con pasión la crónica y la investigación. Por suerte, obtuve varios premios, y el más importante fue obtener el testimonio de la última sobreviviente de la masacre de Napalpí ocurrida en 1924 en Chaco, Argentina. Tenía 107 años, era de la etnia Toba-qom y nunca quiso hablar por desconfianza y temor. Confió en mí, y ese fue un gran honor. Gracias a ese trabajo, Crímenes en sangre, se revirtió la historia oficial de ese episodio y el gobierno del Chaco fue el primer estado en pedir perdón por el exterminio a un pueblo originario.»
-En tu ciudad, Villa Carlos Paz, has desarrollado una extensa carrera comunicacional y editorial, y en este libro en particular mencionas la ciudad o describes la geografía local de alguna u otra forma. ¿Qué importancia tienen para Pedro Jorge Solans las raíces?
«Es primordial. Sin raíces no hay árboles ni plantas ni animales ni hombres ni mujeres; es decir, vida. Las raíces hacen que el ser se alimente de su tierra y la tierra se extienda en cada ser para que el mundo sea inmensamente rico en la diversidad. Amo el mundo, me gustaría conocerlo, beberlo todo, pertenecerle a cada región. Aunque Villa Carlos Paz es mi lugar en ese mundo que amo.»
-La botánica juega un papel importante en tu obra. ¿Podrías hablarnos sobre cómo utilizaste este tema en tus poemas y qué simbolismo tiene para ti?
«Soy un viviente urbano, más diría de bares, pero nací en el monte chaqueño y vivo en las sierras cordobesas. Villa Carlos Paz está ubicado en el valle de Punilla y la botánica es la expresión más elemental de lo que somos los vivos del planeta, y es donde más interrelacionada está la belleza con la producción primaria. Oxígeno, agua, las flores, el alimento y la reparación.»
-En El extraño si bemol color sepia incluyes poemas que son homenajes a figuras de la cultura a las que admiras. ¿Puedes hablarnos de tus lecturas y de tus influencias en materia poética?
«Sería una lista muy extensa. Le debo todo a ellos y a ellas. Soy latinoamericano, pues de los clásicos, de los españoles del 27, de Antonin Artaud y de los surrealistas franceses salté inexorablemente a los modernistas de nuestro continente, con Rubén Darío a la cabeza, no puedo olvidarme de José Martí, para llegar a Macedonio Fernández, Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Luis Franco, José Pedroni. Después Alejandra Pizarnik, Idea Vilariño, Alfonsina Storni, Violeta Parra, Nini Bernardello, Federico Undiano, Idea Vitale, Jacobo Fijman, Clarice Lispector, Delmira Agustini, a mis compañeros Leopoldo Teuco Castilla y Aldo Parfeniuk, Juan Gelman, Pablo Guevara, Ramón Ayala, Luis García Montero, entre tantos… y sin olvidar a Gloria Fuerte, Blanca Varela, actualmente estoy leyendo a muchas jóvenes.»
-¿En qué proyectos trabajas en la actualidad?
En un texto narrativo que en principio tiene el título: Quién mordió la manzana gris. Sobre la vida de Alain Turing.