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Letralia publica una selección de poemas de «El extraño si bemol color sepia» de Pedro Jorge Solans

La prestigiosa revista Letralia de Cagua, Venezuela, dedicada a la difusión de la literatura del mundo de habla hispana, se hizo eco del poemario El extraño si bemol color sepia.

Anticipo

Quién vio al resucitado de Roma
durante la pandemia de viruela.
Murió en el año 170;
ese día murieron tres mil en uno.

Había regresado de las guerras párticas.
Un capricho humano:
recoger su cuerpo pestilente
siete años después.

Quién vio a Hipatia
en la peste de Alejandría.
Oscuros parabolanos la asesinaron
después de lavar enfermos,
por orden y gracia
de un obispo asesino.

Habrá un William Shakespeare,
como aquél de la travesía bubónica
en tiempos isabelinos.

Surgirán nuevos dramas
en Malasia
cuando el brote del Nipah,
cierre teatros y mercados.

Habrá más incendios forestales,
la humedad será cemento.
Sequías, excesos.

Qué pasará con los expulsados
de sus hábitats,
obligados a refugiarse en frutales,
en granjas de gallinas, de cerdos.

Qué pasará.
Lo mismo,
o peor,
o el fin será distinto.

 

Hubo un ayer

Mucho antes que los perros ladrasen
la plaga con sus tentáculos
se expandió por las tribus
matando ayeres.

Cuando no hubo más noches
los perros callaron.
Habían visto recuerdos en las almas
de sus mejores amigos.

 

Tiempos anómalos

Durante la invasión virósica
vi a un Dios pálido,
con tapabocas,
enrojecido de vergüenza ajena.

Iba errante,
de una orilla a otra,
con mirada piadosa por las calles
de un planeta aislado.

El profeta de la desgracia
anunció su trono
a pedido de sus clientes;
cadáveres numerados.

Dios escuchó
y bajó los brazos.

 

La derrota menos esperada

Quien predijo la invasión
lo hizo sobre su propio anuncio:
“un acuerdo de paz”.

Ahora, o mañana,
encerrados en soledades,
so pena de morir,
con la sensación de no saber
quienes hablan en nombre de todos.

Habrá manera de enfrentar,
resistir,
evitar el próximo holocausto.

No, no se puede elegir
la destrucción,
con votos concebidos
en combates
sobre cadáveres
fallos de jueces
presos de infamia
falsas noticias
y obscenas herejías.

No.
No se puede.

 

Flor de palabra

Se necesita una rosa habladora
una de palabra,
no hace falta blanca ni colorada
ni que se entienda,
sólo que pueda ayudar en la búsqueda
de lo que no se encuentra.

Se necesita una rosa habladora
en cualquier idioma,
una compañera de caminos
y aventuras,
que enseñe a morir viviendo.

 

Lluvia

Cómo cantar al mar,
desde una nube de llanto
si la lluvia inundó
la voz de los cantares.

Agua que cae
sobre los hombros
mojando libros antiguos
en una tierra santa.

Ay, lluvia, vos que predecís
con la tormenta
el si bemol de los rugidos,
no olvides lo que fui.

Ay, lluvia, no ahogues mi ayer,
deja por favor,
que mis lágrimas mojen
lo que no fui.

 

Ojos azules

En la mesa del parral
sobran las copas.
Nunca había faltado
a la cita.

Una vez,
la tardanza fue larga.
Venía del exterminio.
Llegó como un niño
con sol en los bolsillos.
Sus alas fueron fantasías.

Dejó su luz
y se llevó
el aliento.

Bebió
y voló con el alba.

 

No te duermas

a Mon Laferte

¡No, no, palabra, no te duermas!
Te necesitan más que nunca
los pimpollos escapados
de los jardines secados a golpes.
Se escaparon con los ojos bien abiertos
y fueron flores en las calles.

¡No, no, palabra, no te duermas!
Hay tetas reventando sabiduría
mujeres cantando bajo el agua,
mujeres escribiendo en la vía láctea.

Aún torturan, violan y matan.

¡Palabra, palabra, no te duermas!

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