Cuando Alejo Carpentier, (Premio Cervantes, 1977), uno de los grandes maestros de las letras latinoamericanas dijo de Marta Rojas que era una novelista por instinto. Ágil y talentosa escritora, de profunda vocación periodística, mirada sagaz y estilo directo y preciso tiene el don de mostrar muchas cosas en pocas palabras» parecía que estaba anunciando Las campanas de Juana la loca, la novela más pretenciosa y mejor lograda de la novelista y periodista cubana, que desde su Santiago natal se fue convirtiéndose en un ícono de las letras cubanas de nuestros tiempos y referente indispensable de la novelística del continente.
En el 2015, Las campanas de Juana la loca fue publicada en Buenos Aires por la editorial Punto de Encuentro, y El Diario de Carlos Paz invitó a Marta Rojas para que realizara una gira por Argentina presentando su obra. Esa gira incluyó su presentación exitosa en la feria del Libro de Buenos Aires con el apoyo de la Embajada de Cuba en la Argentina y el periódico Granma Internacional. Además, visitó centros culturales barriales con el apoyo de la revista Sudestada y dio una charla en la Universidad Nacional de Villa María en Córdoba.
Fuera de la agenda oficial mantuvo reuniones en la FELAP (Federación Latinoamericana de Periodistas) y con organizaciones estudiantiles.
Marta Rojas dejó su impronta en esa visita a la Argentina. Recuerdo que compartió una jugosa charla con el sindicalista Hugo Godoy en el histórico hotel porteño Castelar donde en 1936 se hospedara Federico García Lorca, y hoy por la crisis y la pandemia debió cerrar sus puertas.
En plena avenida Corrientes y tras saborear unas pizzas en Banchero escribió “su receta para encarar la escritura de una novela”. Yo pensé en el Harén de Oviedo, Inglesa por un año, Santa Lujuria, El Columpio del Rey Spencer, entre tantas obras que ha publicado.
En la víspera de aquel 1ª de Mayo
Más de 600 personas habían puesto ya un marco ideal en la tradicional sala Jorge Luis Borges, donde se llevó a cabo el acto en homenaje a la República de Cuba, y Rojas fue presentada por la prologuista de su novela, la prestigiosa escritora y analista internacional Stella Calloni, en aquella húmeda tarde noche del 30 de abril –vísperas del Primero de Mayo- que devino un acontecimiento cultural.
Antes de que se iniciara el evento compartí la antesala del mismo con ella. Fuimos desde el Castelar hasta la Feria en Taxi y llegamos a hora. Cuando Marta vio la cola de gente que esperaba ingresar, me preguntó:
– ¿Para qué hace cola esta gente?
-Para verte a vos; le dije.
Y con la humildad de los grandes maestros y maestras, ella se sonrió tímidamente, y no quiso creer que venían a verla y escucharla sobre su libro, y más, de lo mucho que puede contar de su protagonismo en la historia reciente.
En la corrida que tuve que hacer desde el stand de la editorial hasta la sala rompí mis zapatos y ese episodio que me dejó rengo para toda la noche lo asocié con lo “real y maravilloso” que estaba ocurriendo en esa feria del libro de Buenos Aires 2015.
Pronto la diminuta morena se abría camino con su límpida y potente sonrisa, e irradiaba luz como lo hacen las primeras maestras que todos los niños tienen al iniciar la escuela. Llevaba consigo la historia de las revoluciones de nuestros pueblos. Habló primero de las vísperas del Primero de Mayo ocasión en que, por primera vez, dijo, desfilarían juntos en La Habana: Gerardo, Tony, Ramón. Fernando y René, los cinco héroes antiterroristas que por tantos años guardaron injusta prisión en cárceles norteamericanas. Luego seguiría sacudiendo hasta las indiferencias más heladas con los temas de sus novelas y donde, sin perjuicio de las otras, se destaca Las campanas de Juana la loca.
La novela
El texto el de Las campanas de Juana la loca trasciende el género y ocupa un lugar entre las grandes obras artísticas de Latinoamérica. Cada lector encuentra su atajo para encontrar y encontrase así mismo. Es decir, que todos somos protagonistas de esa historia que Rojas cuenta con maestría sobre el descubrimiento de las minas de cobre en la Isla, de la visión de Juana que de loca no tenía nada, de la fe de los españoles aventureros y de la creatividad de las imágenes marianas en el nuevo mundo.
En esta obra escrita magistralmente, hay un juego de intertextualidad para reírse del tiempo, y Marta Rojas reinventa una y mil veces nuestro futuro modificando hechos conocidos, y otros que han quedado en alguno archivo olvidado, como la temprana presencia alemana en “la isla Juana”, Cuba.
La novela ratifica la mirada sagaz de la autora y pone de manifiesto ese don que posee de mostrar muchas cosas con pocas palabras, -parafraseando a Carpentier-.
En casi cuatrocientas páginas describe tres siglos, a través de descubrimientos, amores, engaños, pasiones, tensiones políticas de épocas y los acontecimientos que dieron lugar a las imágenes de las vírgenes del nuevo mundo. La escritora respeta la fe y destaca la imaginación de aquellos hombres que debieron penetrar un continente propicio para las aventuras.
Esta colosal obra de arte nos ofrece una mirada del mundo desde el sur.
De lo real a lo maravilloso
Las campanas de Juana la Loca es fruto de una época donde las conversaciones dan lugar a diversas visiones. Se valorizarán a los pueblos que dignificaron su tiempo y ahí está la pluma de Rojas, donde siempre estuvo esperando su destino: marcar el inicio de una nueva etapa de la literatura latinoamericana donde seguramente “el realismo mágico” de los años 70 del siglo pasado que ayudó a que se conociera lo profundo del continente sudamericano dará paso a “lo real maravilloso” que sembró el genial Alejo Carpentier.
En esta nueva etapa de nuestra literatura continental los autores y las autoras como Marta Rojas no se detienen en sólo mostrar las costumbres, las virtudes y miserias de nuestros pueblos sino pretenden y lo consiguen con oficio y compromiso dar una visión propia de la historia, lo que ocurrió y ocurre en el mundo.
Ellos y ellas escriben desde la experiencia colectiva asumiéndose protagonistas, escriben con su propia sangre, con sus propios pulsos. No especulan ni escatiman esfuerzo para narrar los hechos históricos con la mirada de nuestro tiempo. Se plantan desde el lugar al que pertenecemos, narran desde América Latina y ponen letras a episodios universales.
Si con las geniales descripciones de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa, Jorge Amado y de tantos otros se visibilizaron las culturas de nuestros pueblos; con Marta Rojas el mundo conocerá una perspectiva novedosa y enriquecedora de la historia basada en conceptos nutridos con nuestra tierra.
A veces da la sensación que con novelas como Las Campanas de Juana la Loca, o Santa Lujuria o Inglesa por un año o El harén de Oviedo o El Columpio, de Rey Spencer, América Latina devolviera gentilezas de interpretaciones de los hechos más sobresalientes como los descubrimientos o los encuentros ocurridos entre dos mundos en el siglo XV.
Carpentier no se equivocó. Basta con leer El equipaje amarillo para comprobar que Rojas escribe empeñando su vida para abarcar el universo. Es una experta observadora, lo adelantó en su testimonio antológico El juicio del Moncada.
Para recordar
En una tarde genuinamente porteña en el mencionado hotel Castelar de Buenos Aires se saludó con Hugo Godoy secretario general del Sindicato de los Trabajadores del Estado, ATE, de la provincia de Buenos Aires y este expresó su deseo de que compartiera con su sindicato, uno de los más grandes de Argentina. También fue recibida por la conducción de la Unión de Trabajadores de la Prensa de Buenos Aires (UTPBA) y la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), organización que representó como Jurado del Premio Cervantes en España (2012). Obviamente participó en la Cancillería de la nación en un extraordinario acto en homenaje a José Martí. Acto fundador de las Cátedras Martianas en las universidades públicas de Argentina. Firmó ejemplares a centenares de jóvenes que asistieron a la peña Oesterheld y disertó en los centros culturales de las revistas Sudestada, Mascaró y Resumen Latinoamericano. Terminó su agenda dando una charla magistral en la Universidad Nacional de Villa María en Córdoba ante una multitud de estudiantes el pasado jueves 7 de mayo sobre literatura y periodismo y la presencia en sus novelas de segmentos importantes del pueblo norteamericano en Nueva York, e Ybor City, Tampa (donde estuvo Martí) desde el siglo XIX, sitio donde concluye su novela que da vueltas como un cilindro, con coherencia envidiable para un autor.
Si algo distingue entre muchos méritos a Las campanas de Juana la loca (que en la trama lee un lector de Tabaquería, trabajador nato, intelectual autodidacta), es el coherente manejo de la intertextualidad, desde los remotos tiempos de la primera bolsa financiera en Amberes, hasta el Cantar de los Cantares y canciones memorables del trovador Silvio Rodríguez, sin dejar afuera a la participación ríoplatense con la imagen de Nuestra Señora de Luján y un personaje que bien podría ser o es, la ex presidenta Cristina Kirchner.
Antes de partir, la escritora y colega periodista asistió a varias audiencias radiales y al programa televisivo Visión 7 Internacional que se emitía por Canal 7, la TV pública. La aparición por la pantalla chica fue relativamente breve pero su repercusión fue grande en Argentina.