Cada 2 de junio se conmemora el Día Internacional de las Trabajadoras Sexuales, una fecha que nació en 1975 cuando más de 100 mujeres ocuparon la iglesia de Saint-Nizier en Lyon, Francia, para protestar contra la violencia policial, los abusos y las condiciones de marginalidad que enfrentaban. Aquella manifestación, reprimida brutalmente, se convirtió en un símbolo de la lucha por los derechos laborales y la dignidad de un sector históricamente invisibilizado.
Casi 50 años después, las trabajadoras sexuales siguen enfrentando desafíos urgentes:
- Estigma social: La doble moral persiste: se consume su trabajo, pero se las discrimina.
- Violencia institucional: Redadas policiales, extorsión y falta de protección legal.
- Precarización laboral: Exclusión de sistemas de salud y pensiones en la mayoría de los países.
- Feminismos divididos: Mientras algunas corrientes abogan por su empoderamiento como trabajadoras, otras insisten en abolir el ejercicio del trabajo sexual.
Organizaciones como Ammar (Argentina) o RedTraSex exigen derechos laborales, no caridad. Su lema es claro: «Nadie es libre hasta que todas seamos libres».
El arte como espejo (y denuncia)
La literatura y el arte han retratado a las trabajadoras sexuales con miradas contradictorias: desde la victimización hasta la agencia. Algunas obras clave:
- «La casa de Bernarda Alba» (Federico García Lorca): La prostituta como tabú en la España rural.
- «Las edades de Lulú» (Almudena Grandes): Exploración de la sexualidad femenina y el comercio sexual.
- «Rosa Patria» (Sara Mesa): Relatos que desmontan estereotipos sobre el cuerpo y el dinero.
- «Las cosas que perdimos en el fuego» (Mariana Enríquez): Incluye un cuento sobre trabajadoras sexuales en contextos de marginalidad extrema.
En el cine, películas como «Las niñas bien» (2019) o «Roma» (2018) muestran la intersección entre clase, género y trabajo sexual, mientras que artistas visuales como Teresa Margolles denuncian la violencia contra las mujeres en la frontera México-Estados Unidos.
Este 2 de junio es una fecha para recordar que el trabajo sexual es, ante todo, trabajo. La despenalización (no la regulación paternalista) y el acceso a derechos básicos son pasos necesarios. Como escribió la poeta Gioconda Belli: «Nada justifica que se nos niegue la humanidad».