Realizada en mármol de Carrara durante su estadía en Roma (1900-1903), La Fuente de las Nereidas es una obra monumental que fusiona el neoclasicismo italiano con un enfoque audaz para la época. La pieza representa a las Nereidas, ninfas marinas de la mitología griega, rodeando a Venus Anadiomena (diosa del amor emergiendo del mar). Con figuras desnudas en dinámicas poses y detalles anatómicos precisos, la fuente simboliza la pureza de la naturaleza y la libertad creativa. Su estructura, de 6 metros de altura, incluye elementos como conchas, delfines y olas esculpidas, que refuerzan su narrativa mitológica y su maestría técnica.
El escándalo inaugural (1903)
Al desembalarse las piezas en Buenos Aires, la obra generó un terremoto cultural. La sociedad porteña de principios del siglo XX, influenciada por valores conservadores y católicos, interpretó los desnudos como una afrenta a la moral pública. La prensa conservadora la tildó de «inmoral» y «pornográfica», mientras grupos como la Liga de Madres Católicas exigieron su remoción. El debate trascendió el arte: criticaron no solo las figuras, sino también a Lola Mora por desafiar roles de género al vestir pantalones y liderar un taller, algo inusual para una mujer.
Contexto sociopolítico
La polémica reflejaba tensiones entre modernidad y tradición. Buenos Aires, en plena transformación urbana (bajo el lema «civilización y progreso»), aceptaba influencias europeas en arquitectura, pero rechazaba su liberalidad artística. La fuente llegó en un momento de efervescencia: mientras la élite admiraba el arte académico, sectores populares y religiosos veían en el desnudo un símbolo de decadencia. Además, la vinculación de Mora con el presidente Roca —figura polarizante por la Campaña del Desierto— agudizó las críticas, mezclando prejuicios artísticos con animosidad política.
Reubicación y resignificación
Tras instalarse inicialmente cerca de la Casa Rosada (actual Plaza de Mayo), en 1918 la fuente fue exiliada a Costanera Sur, entonces un área marginal. Este acto no solo censuró la obra, sino que intentó borrar su visibilidad pública. Sin embargo, el «destierro» terminó fortaleciendo su leyenda: convertida en símbolo de resistencia, atrajo a artistas e intelectuales que la reivindicaron como emblema de libertad creativa.
Legado cultural
Hoy, La Fuente de las Nereidas es considerada una joya del patrimonio argentino y un hito en la historia del feminismo artístico. Su restauración en 1997 y su declaración como Bien de Interés Artístico Nacional (2021) reafirman su valor.