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Karl Marx: un legado crítico para entender el mundo moderno

En un siglo marcado por revoluciones industriales y desigualdades brutales, Karl Marx (1818–1883) emergió como uno de los pensadores más influyentes de la historia. Su obra, lejos de ser un mero manifiesto revolucionario, constituye un aporte fundamental a la filosofía, la sociología y la economía, ofreciendo herramientas para analizar —y cuestionar— los cimientos del sistema capitalista. Aunque demonizado por algunos y santificado por otros, Marx sigue siendo indispensable para comprender las contradicciones de nuestro tiempo.

Marx no solo interpretó el mundo; buscó cambiarlo. Rompió con el idealismo hegeliano al proponer un materialismo histórico, donde las condiciones materiales —y no las ideas abstractas— determinan la estructura social. Su crítica a la alienación bajo el capitalismo (en sus Manuscritos económico-filosóficos de 1844) revela cómo el trabajador pierde el control sobre su vida al vender su fuerza laboral, reduciéndose a una mercancía más. Esta visión sentó las bases para una filosofía de la emancipación, donde la libertad no es solo individual, sino colectiva.

Si la sociología moderna estudia las dinámicas de poder, es porque Marx las desnudó primero. En El Capital y El Manifiesto Comunista, describió cómo el capitalismo no es un sistema neutral, sino una maquinaria que reproduce desigualdades mediante la explotación de la clase trabajadora. Su concepto de lucha de clases como motor de la historia (burguesía vs. proletariado) sigue siendo útil para analizar conflictos actuales, desde la precarización laboral hasta los movimientos sindicales. Incluso pensadores no marxistas, como Max Weber, tuvieron que dialogar —o disputar— con sus tesis.

Marx fue el primero en diseccionar el capitalismo con rigor científico. Su teoría del valor-trabajo (el valor de un bien deriva del trabajo social necesario para producirlo) y su análisis de la plusvalía (la ganancia del capitalista como trabajo no pagado) exponen la explotación inherente al sistema. Hoy, cuando el 1% más rico acumula el 45% de la riqueza global (Oxfam, 2024), su crítica a la acumulación desmedida resuena con fuerza.

Marx no tenía todas las respuestas: subestimó la capacidad del capitalismo para adaptarse (ej.: Estados de bienestar, globalización) y algunos regímenes que invocaron su nombre terminaron traicionando sus ideales. Sin embargo, su método crítico —y su llamado a un mundo sin opresión— sigue inspirando. En una era de inteligencia artificial, gig economy y crisis climática (donde la lógica del beneficio choca con la supervivencia planetaria), su pregunta central sigue vigente: ¿Cómo organizar una sociedad donde el progreso no se construya sobre la miseria de muchos?

Leer a Marx hoy no es un ejercicio de nostalgia, sino una invitación a pensar alternativas. Como él mismo advirtió, el capitalismo no es el fin de la historia, sino una etapa contradictoria que la humanidad puede —y debe— superar.

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