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A 99 años del nacimiento del «Polaco» Goyeneche, la voz emblemática del tango.

Roberto Goyeneche, conocido como «El Polaco», es una de las figuras más emblemáticas del tango argentino. Con su estilo inconfundible, su fraseo único y una interpretación que transmitía el alma del género, Goyeneche dejó una huella imborrable en la música y la cultura del país. A más de 30 años de su fallecimiento, su legado sigue vigente en cada rincón donde el tango se escucha y se siente.

Un estilo que marcó una época
Nacido el 29 de enero de 1926 en Saavedra, Buenos Aires, Goyeneche comenzó su carrera en la década de 1950 como vocalista de grandes orquestas, entre ellas la de Horacio Salgán y, más tarde, la de Aníbal Troilo. Fue con Pichuco con quien consolidó su estilo y se convirtió en una de las voces más reconocidas del tango.

Lo que hacía único a Goyeneche era su manera de interpretar. Su fraseo pausado, casi recitado, su capacidad de jugar con los silencios y su voz rasposa pero cargada de emoción lograban transmitir la profundidad de las letras del tango como pocos. No era solo cantar, era contar historias de amor, nostalgia y desarraigo con una expresividad que llegaba al alma.

Contribuciones al tango y la cultura argentina
El Polaco no solo mantuvo vivo el tango en momentos en que otros géneros musicales comenzaban a ganar protagonismo, sino que también lo renovó. Su colaboración con músicos como Astor Piazzolla le permitió acercar el tango tradicional a nuevas generaciones y públicos. Interpretaciones como «Balada para un loco», «La última curda», «Naranjo en flor» y «Malena» son clásicos inmortales.

A lo largo de su carrera, Goyeneche también incursionó en el cine, participando en películas como «Sur» (1988) de Pino Solanas, donde su interpretación de «Vuelvo al Sur» quedó para la historia del cine argentino.

Un legado que sigue vivo
El 27 de agosto de 1994, Goyeneche falleció a los 68 años, dejando un vacío difícil de llenar en el tango. Sin embargo, su voz sigue presente en cada milonga, en cada café porteño y en cada rincón donde el tango se resiste a desaparecer.

Su influencia ha trascendido generaciones y estilos, inspirando a músicos y cantantes de distintos géneros. Su figura se convirtió en un símbolo del tango auténtico, aquel que se canta con el alma y que refleja la esencia de Buenos Aires.

Hoy, más de tres décadas después, Roberto Goyeneche sigue siendo el alma del tango, el poeta de la calle, el intérprete que supo darle voz a las emociones del pueblo. Y mientras haya un bandoneón sonando en la noche porteña, su espíritu seguirá vivo en cada nota y en cada verso.

¡A tu salud, Polaco querido! ¡Gracias por tanta magia!

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