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207 años de «Frankenstein o el moderno Prometeo»: el legado inmortal de una obra revolucionaria

Publicada por primera vez en 1818, Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley, no solo se erige como una de las piedras angulares de la literatura gótica y de ciencia ficción, sino también como un profundo tratado sobre la naturaleza humana, la ética científica y las consecuencias de desafiar los límites impuestos por la naturaleza. La novela, escrita por Shelley cuando apenas tenía 18 años, marcó un antes y un después en la literatura universal, dejando una huella indeleble tanto en su época como en las generaciones posteriores.

Una obra nacida de un contexto de cambio

La creación de Frankenstein se dio en un marco histórico y cultural convulso. Europa vivía los coletazos de la Revolución Industrial, un periodo marcado por avances tecnológicos y científicos que transformaron profundamente la sociedad. Asimismo, el movimiento romántico, con su énfasis en la emoción, la naturaleza y la rebelión contra la razón estricta del siglo XVIII, impregnó el imaginario de los artistas y escritores de la época.

En este escenario, Shelley concibió una historia que combinaba los temores y esperanzas de su tiempo: la posibilidad de que el ser humano pudiera jugar a ser Dios mediante el uso de la ciencia. La obra narra la tragedia de Victor Frankenstein, un joven científico que da vida a una criatura creada a partir de restos humanos, solo para enfrentarse al horror de su propia creación.

Impacto en la literatura y la sociedad

Desde su publicación, Frankenstein generó un profundo impacto, no solo por su innovadora narrativa, sino también por los temas que aborda. Shelley exploró cuestiones filosóficas y morales que resonaron con las inquietudes de la época, como los límites de la ambición humana, las responsabilidades del creador hacia su creación y las consecuencias del aislamiento y el rechazo social.

En el campo literario, Frankenstein marcó el nacimiento de la ciencia ficción como género, al abordar cómo los avances científicos pueden alterar la condición humana. Su influencia se extiende a autores como H.G. Wells, Isaac Asimov y Philip K. Dick, quienes expandieron los límites del género.

A nivel social, la novela también suscitó debates sobre la ética de la ciencia y la tecnología, un tema que sigue siendo relevante en la era de la inteligencia artificial y la edición genética.

Una obra clásica e inmortal

La perdurabilidad de Frankenstein radica en su capacidad para abordar temas universales que trascienden el tiempo y el espacio. La lucha entre el creador y su creación, el anhelo de pertenencia y las consecuencias del rechazo son cuestiones que resuenan con la experiencia humana en cualquier época.

Además, la novela se ha adaptado innumerables veces al cine, el teatro y la televisión, consolidándose como un símbolo cultural que sigue evolucionando según los cambios de la sociedad. La criatura de Frankenstein, a menudo malinterpretada como un monstruo sin alma, se ha convertido en un espejo de nuestras propias ansiedades y esperanzas como especie.

Su relevancia perdura no solo por la calidad de su narrativa, sino también por la profundidad de sus ideas, que continúan desafiando y estimulando a lectores y pensadores alrededor del mundo.

 

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