Por Clara Gagliano
Juana Manso nació el 26 de junio de 1819 en el barrio de Monserrat y asistió al colegio Montserrat (fundado por Bernardino Rivadavia, en oposición a la educación colonialista), donde se destacó por su inteligencia y curiosidad, pero no por su rendimiento académico, ya que los métodos de enseñanza que se aplicaban por entonces la aburrían (paradoja siempre vigente).
Pero, tras la Revolución de Mayo, la agitación política en el Río de La Plata hizo que el padre de Juana -un agrimensor español enfrentado a las ideas de Juan Manuel de Rosas- tuviera que exilarse con su familia, primero a Montevideo y luego a Brasil. La adolescencia y juventud de Juana penduló entre esos dos países, donde comenzó a poner en prácticas sus ideas libertarias. En Uruguay emprendió su primera labor educativa: creó, en una habitación de su casa, el Ateneo de Señoritas, donde educaba a las niñas de la elite montevideana. También comenzó su carrera de escritora, publicando sus poemas firmados con seudónimos en diarios de la Argentina y Montevideo.
Juana, al igual que su padre, seguía las ideas revolucionarias de mayo, acordaba con ideas independentistas, republicanas, liberales y progresistas. Apoyaba junto a otros educadores de su época -Domingo Faustino Sarmiento entre ellos- el proyecto ilustrado de educación popular, o sea la construcción de la república mediante la educación de toda la población. Defendía la abolición de la esclavitud y del racismo (de acuerdo a los planteos de Rousseau, vigentes en la época), por lo cual se opuso firmemente a todo intento de exterminio de la población originaria y abogó por su inclusión en el sistema educativo tradicional. Sus ideas también incluían el desacuerdo con la hegemonía y dominación de la iglesia católica en la parte religiosa y lo reflejó en un artículo titulado Libertad de Conciencia, donde pide que no haya más litigios entre las diferentes religiones que en ese momento existían en Buenos Aires. También era masona. Esta posición librepensadora provocó que la sociedad de su época la rechazara. Juana Manso se introdujo en aspectos de la cultura que en ese entonces la sociedad reservaba a los hombres, como la escritura o el periodismo (incluyendo el manejo de los medios de comunicación).
Tuvieron que pasar muchos años para que se reivindicaran su lucha y sus ideas.
Durante su exilio en Brasil se casó con un violinista portugués con pocas dotes musicales, por lo que emigraron a Estados Unidos y Cuba en busca de oportunidades laborales. Su estadía en Estados Unidos fue fundamental porque le permitió conocer los sistemas educativos en los que se inspiraría años más tarde para diseñar políticas educativas bajo el gobierno de Sarmiento.
Las oportunidades que buscaron en Cuba y Estados Unidos no aparecieron y de vuelta en Río de Janeiro, Juana participa como redactora en el exitoso periódico O Jornal das Senhoras. Allí comienza a publicar sus primeros artículos, en los que reflexiona sobre la esclavitud, el racismo y la necesidad de emancipación de la mujer.
Luego de la muerte de su padre, Juana decide volver a Buenos Aires donde el 1 de enero de 1854 publica el primer ejemplar de su periódico Álbum de Señoritas, sobre la base de su experiencia en el diario brasilero. Fue en este periódico, fundado por ella misma, que se definía como “Periódico de Literatura, Modas, Bellas Artes y Teatro”, que por primera vez Juana firmó con su verdadero nombre: “Juana Paula Manso de Noronha. Redactora y propietaria”.
Pero la sociedad de la época no estaba preparada para su lenguaje, bien directo y politizado, y sus ediciones no contaron con la aceptación deseada. El apoyo institucional y las publicidades escasearon y tuvo que abandonar el emprendimiento, tras publicar tan sólo ocho números.